094. El Sabor a Sal de la Traición
La paz en la cueva era una mentira, una fina capa de hielo sobre un mar profundo y embravecido. La intimidad que había florecido entre Selene y Florencio era real, sí, pero estaba construida sobre la base de una guerra inminente. Pasaban las horas en una extraña mezcla de entrenamiento de combate y confesiones susurradas en la oscuridad. Él aprendía a leer el bosque a través de los ojos de ella; ella aprendía a entender la brutal lógica del mundo de él. Y en los silencios, sus cuerpos hablaban un idioma propio, una danza de cicatrices y deseo que los unía y los aterrorizaba a partes iguales.
Estaban atrapados en una burbuja, pero ambos sabían que las burbujas, tarde o temprano, estallan.
La explosión llegó en la forma de un pitido electrónico.
Era el mediodía del día siguiente al sacrificio de Mar. Florencio estaba revisando las últimas imágenes de los drones, confirmando que los mercenarios seguían buscando frenéticamente en el Cañadón del Silencio. Selene, a su lado, limpiaba sus