093.
Cata despertó sobresaltada.
La cueva estaba vacía. El cuerpo del lobo viejo ya no estaba. Pero las marcas en la piedra seguían allí.
“SOREDA”.
Lo había visto en sueños.
Y también había escuchado un nombre.
Selene.
Pero no como un llamado. Como un grito. Un aullido desesperado, cortado a la mitad.
Se incorporó como pudo. El cuerpo le dolía. La mitad aún era suya. La otra mitad… no sabía de quién era.
Tenía hambre.
Y sed.
Y una necesidad animal de correr, aunque no supiera hacia dónde.
Pero no corrió.
Se arrastró fuera de la cueva.
El sol estaba alto. La luz le quemaba la piel.
Volvió a meterse bajo tierra. Gruñó.
Y por primera vez, se dio cuenta:
El cuerpo ya no era un lugar seguro.
🌑 🌊 🐾
Mar se preparaba para salir. Llevaba una mochila liviana, una daga en la cintura y una botella con un líquido que ella misma había preparado: mezcla de sal, sargazo, y una gota de sangre. Decía que la ayudaba a ver mejor. A oler más lejos.
Estaba obsesionada. No con Cata.
Con la idea de que el alma