018.

Mar despertó en su departamento con las piernas apretadas y el cuerpo aún sacudido por los restos de un sueño húmedo.

Había soñado con Selene. No era raro. Pero esta vez había algo más: Florencio también estaba. Y Elio. Y ella, en el centro de todos, desnuda, siendo tocada por cuatro manos al mismo tiempo. Boca. Lenguas. Mordidas.

El orgasmo le quedó alojado en la garganta.

Se duchó rápido. Se vistió con ropa cómoda. Y salió. Tenía un objetivo claro: mentirle a Elio.

Habían pasado días desde que lo vio. Desde que él la montó como una loba en las piedras húmedas del puerto y le susurró al oído que Selene debía morir. Y ella lo creyó. Durante un tiempo.

Pero algo cambió.

Selene la había tocado. Le había besado la frente. La había perdonado.

Y eso, para Mar, tenía un peso sagrado.

No iba a traicionarla.

Pero tampoco podía dejar de ver a Elio.

Él tenía algo que la volvía adicta. Su voz. Su forma de olerla. Su manera de morderle la clavícula mientras se venía adentro.

🌑 🌊 🐾

Elio Aureliu
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