Elena se acostó en la cama y le dijo a David que subiera sobre ella
David obedeció, penetrando a Elena, Javier se colocó tras él, y con la suavidad de un experto comenzó a prepararlo, sin prisa, sin violencia, solo con cuidado y respeto. Elena acariciaba la espalda de David, sus muslos, murmurándole al oído palabras sucias, dulces y poderosas.
---David es tu decisión, si o no,--- pregunto Elena
---- sí, ---- respondió David jadeante, dejándose llevar por el placer.
Cuando Javier lo penetró, lo hizo con una lentitud envolvente, David gimió, no de dolor, sino de intensidad, Elena lo tomó del cabello y lo obligó a mirarla.
—Eres mío, y hoy, también eres tuyo, eres libre en tu deseo.—le dijo—.
El vaivén de los cuerpos se intensificó, Elena lo besaba, lo mordía, lo acariciaba. Javier gemía detrás de él, marcando un ritmo que se volvía fuego, Odelia los miraba, acariciándose a sí misma, completamente entregada a la visión.
Cuando el clímax llegó, lo hizo como una ola descomunal, David se d