Los días siguientes, Elena se sumergió por completo en la publicación de su libro. Cada mañana comenzaba con una taza de café en su terraza, revisando los últimos comentarios y avances de ventas. La editora estaba extasiada; el libro no solo era un éxito en ventas, sino que ya había propuestas para adaptarlo a una película. La historia resonaba con miles de lectoras que se sentían identificadas con su personaje libre, valiente y sensual. Elena, sin embargo, mantenía los pies en la tierra, enfocada en terminar los compromisos editoriales y en planear su siguiente obra.
Cuando el estrés la abrumaba, su refugio era Odelia. Habían construido una amistad sólida, donde el placer y la complicidad fluían con naturalidad. Algunas noches simplemente se tumbaban en el sofá a ver películas antiguas, otras veces terminaban compartiendo besos robados entre pasillos de una librería, o se escapaban a pequeñas boutiques de diseño a probarse ropa sin ninguna prisa. La compañía de Odelia era una carici