Ivy
La luz apenas se filtra entre las hojas cuando abro los ojos. Mis músculos arden, marcados por mordiscos, arañazos, por la violencia de su deseo.
Estoy tumbada contra Lyam, sus poderosos brazos rodeándome. Su calor me envuelve, casi me asfixia. Al otro lado, Kael todavía duerme, su torso desnudo expuesto, magnífico. En cuanto a Soren, está allí, sentado, mirándome, posesivo.
Nunca duermen mucho. No cuando estoy aquí.
Y esta mañana, lo siento… su hambre no está saciada.
— Despierta, susurra Soren. No ha terminado.
Mi garganta se aprieta. Mis muslos se cierran por reflejo, pero es inútil. Me quieren. Y yo también los quiero.
Lyam gruñe en mi cuello, su voz grave y ronca:
— ¿Crees que la noche borra lo que nos has hecho, Ivy?
Sus dedos deslizan sobre mi cadera, subiendo lentamente entre mis muslos, rozando mi piel marcada.
— Nos has vuelto locos. Ahora… te vamos a mantener aquí, hasta que no puedas más.
Kael se despierta a su vez, sus ojos dorados brillando de hambre.
— Es hermosa… Mírala, Lyam… la forma en que su cuerpo llama al nuestro.
Se incorpora, me agarra del cabello, obligándome a mirarlo.
— Dilo, Ivy… di que eres nuestra.
Mi garganta se aprieta. Pero la verdad está ahí, ardiente, indiscutible.
— Yo… yo soy vuestra…
La sonrisa cruel que estira sus labios me hace estremecer.
Y es allí donde comienza el verdadero castigo.
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Lyam
No le doy tiempo a respirar. Mi cuerpo se desliza contra el suyo, la doy vuelta sobre el vientre y me instalo sobre ella.
— Vas a aprender a quién perteneces, murmuro al besar su nuca.
La penetro de un golpe de cadera, brutal, profundo. Ella grita, la cara contra el musgo fresco.
Soren se coloca frente a ella, su sexo erecto, listo.
— Abre la boca, hermosa. Nos debes todo, ahora.
Ella obedece. Temblando, entregada.
Y la miro… tragar a Soren mientras la tomo. Kael acaricia sus nalgas, sus muslos, rasguñándola hasta hacerla sangrar.
Ella es nuestra. Cuerpo y alma.
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Kael
Nunca he conocido una rabia tan dulce, una necesidad tan violenta.
La quiero devastada. Que olvide su propio nombre.
Entonces, cuando Lyam la penetra, cuando Soren la toma en su boca, deslizo mis dedos sobre ella, entre sus nalgas, hasta que gime más fuerte aún.
— Eres nuestra… mía… Hasta la última gota de tu placer.
Sus ojos se levantan hacia mí, suplicantes, inundados de lágrimas y placer.
Y rompo.
Me uno a ella. La tomo con Lyam, nuestros dos cuerpos presionándola, llenándola, devorándola.
Ella grita. Su orgasmo explota, incontrolable, devastador.
Y eso no es más que el comienzo.
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Soren
La miro, incapaz de apartar la vista de esta visión.
Ivy… derrotada. En llamas. Más hermosa que nunca.
Yo eyaculo en su garganta, gruñendo, mis manos en su cabello, forzándola a tragarlo todo.
Casi se ahoga, pero la sostengo, acariciando sus mejillas, felicitándola con un susurro ronco.
— Buena chica…
Cuando finalmente la suelto, ella cae contra Lyam y Kael, su cuerpo sacudido por espasmos.
Pero lo sé… esa hambre nunca se extinguirá.
Me tumbo detrás de ella, mis labios en su nuca, mis dedos aún sobre sus caderas.
— Empezamos de nuevo, murmuro. Otra vez. Hasta que el mundo se borre a nuestro alrededor.
Y ella asiente. Sumisa. Rota. Nuestra.
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El sol se levanta lentamente sobre nuestro delicioso infierno.
Ivy pertenece a la manada.
Es nuestra hembra.
Y nunca más se atreverá a huir.
Ivy
El regreso a su hogar se realiza en un extraño silencio. Un silencio pesado por todo lo que ha ocurrido en este bosque. Sus manos me sostienen, me guían, me rodean. Mis piernas aún tiemblan por los embates que me han infligido, y, sin embargo… sin embargo, me siento ligera. Ardiente por dentro.
Cuando las grandes puertas de la casa se abren, me estremezco. El mármol helado bajo mis pies descalzos, las miradas de los sirvientes que se inclinan en silencio… Todo me recuerda que ya no estoy en mi lugar en este mundo de humanos. Les pertenezco.
Lyam me toma en sus brazos, sin decir una palabra. Sube las escaleras, Soren y Kael tras él, sus miradas fijas en mí, vigilando cada latido de mi corazón.
Me llevan a esta sala inmensa, bañada de luz y mármol, donde hay una piscina de agua caliente. El vapor ya danza en el aire. Un olor a flores y aceites preciosos me envuelve.
— Vamos a cuidar de ti, murmura Kael a mi oído, su voz más suave que nunca.
Lyam
La coloco al borde de la piscina. Su cuerpo marcado por nuestras mordeduras, por nuestros arañazos, es una obra maestra. Pero veo el cansancio, el dolor mezclado con el placer aún vivo en sus ojos.
La despojo lentamente, acariciando su piel con una dulzura que apenas sabía que podía ofrecer.
— Déjanos hacer, susurra Soren, pasando su mano por su cabello empapado de sudor y deseo.
La tomo en mis brazos y la sumerjo en el agua caliente. Ivy gime, sus párpados se cierran.
Soren
Me arrodillo al borde de la piscina y empiezo a verter agua tibia sobre sus hombros. Lentamente. Incansablemente. Quiero limpiarla de esta noche… sin borrar lo que hemos dejado sobre ella.
Kael llega con un aceite perfumado. Sus manos lo toman y, a cuatro manos, la masajeamos. Sus hombros primero, luego su espalda, su nuca. Cada gesto es preciso, tierno. Ella respira más fuerte, sus labios se entreabren.
— Ustedes… murmura, incapaz de decir más.
Kael
Me detengo en sus muslos, en sus caderas marcadas. Acaricio, lavo, masajeo. Y cada vez que ella tiembla, vuelvo a comenzar más suavemente.
— Eres nuestra, Ivy. Y ahora, te protegemos. Te cuidamos.
La giro en el agua, su cuerpo deslizándose contra el mío. Nuestros miradas se cruzan. Ella aún tiembla, pero ya no es por miedo. Es por esa fiebre que hemos encendido en ella y que no la abandonará nunca más.
Ivy
Ya no resisto. Me dejo llevar, sostenida por sus gestos, sus manos que lavan y adoran cada parte de mi cuerpo.
No hablan más. Se limitan a estar allí, los tres, a mi alrededor. Y entiendo… No es solo un juego. No es solo sexo.
Me han elegido.
Y nunca más me dejarán partir.
Cuando finalmente Lyam me levanta contra él, envolviéndome en una sábana de lino, me acurruco contra su torso.
— Eres nuestra reina, Ivy, susurra. Y vamos a demostrártelo… cada día, cada noche.
Cierro los ojos, una sonrisa casi apacible en los labios.
Soy su reina.
Y estoy perdida.
IvyMe despierto envuelta en un calor suave, un capullo vivo. La tela ligera de las sábanas acaricia mi piel desnuda, pero son sus cuerpos alrededor del mío los que me tranquilizan. Ya no sé quién me sostiene, quién me acaricia a medias en su sueño.Corazones laten contra mi piel. Tres. Tres latidos sincronizados que resuenan como un recordatorio: soy su vínculo. Su centro.La habitación está bañada en una luz dorada. El fuego crepita suavemente en la chimenea. Me sorprendo sonriendo, dejándome llevar contra el pecho de Kael, que aún duerme, un brazo posesivo alrededor de mis caderas.Lyam está aquí también, despierto. Su mirada ámbar se fija en mí, intensa, pero extrañamente tranquila.— ¿Has dormido bien, mi reina? Su voz es un susurro ronco.Asiento sin poder hablar. Su mano se desliza en mi cabello, acaricia mi cuero cabelludo con una ternura que casi me duele.— Ya no tienes que huir, susurra.LyamEs hermosa, aquí, entre nosotros. Frágil y fuerte. Marcada por nosotros, y sin emb
Capítulo 1 – El llamado de la lunaHiedraEl bosque respira. Cada rama cruje como si escondiera un secreto. El aire está cargado de humedad, resina y algo más… algo antiguo. Camino sin hacer ruido, mi aliento entrecortado, los pasos livianos como sombras. La noche abrasa, densa, sofocante. Como si el mundo entero contuviera la respiración.No debería haber venido.Lo siento en los huesos.Algo me sigue.Aferro la tela de mi vestido. Mi corazón golpea con violencia. No veo nada, pero lo percibo: una presencia que me acecha. Invisible. Salvaje. Implacable.Un crujido entre las hojas.Me detengo en seco.La oscuridad se espesa a mi alrededor. Mi garganta se cierra. Quiero correr, girar sobre mis talones, escapar. Pero mis piernas se niegan.Y entonces los veo.Tres pares de ojos brillan en la penumbra.Sombras vivas, deslizándose entre los troncos como depredadores en cacería. Lentamente emergen de la nada.No son hombres.Son bestias.La luna revela sus siluetas. Altos. Desnudos. Irreal
Capítulo 2 - La marca del deseoHiedraQuisiera protestar. Gritar. Huir.Pero mi piel arde. Mi aliento se quiebra.Están demasiado cerca.KaelMe deslizo detrás de ella, el pecho apenas rozando su espalda.Puedo sentir cada emoción que la atraviesa.Pelea. Lo noto en la tensión de sus hombros, en cómo aprieta los dedos contra la tela de su vestido.Pero no se aparta.—¿Quieres luchar, Ivy?Mi voz es un susurro que se enreda en su cuello.Su respiración se acelera.—Entonces lucha.¿Cómo se lucha contra uno mismo?LyamEs sublime, atrapada entre nosotros. Su cuerpo tiembla, sacudido por una ola que apenas comienza.Lo veo. Lo siento.Aún no lo entiende. Pero su alma ya nos llama.—Mírame.Tomo su barbilla con cuidado. Ella tiembla.Sus ojos se alzan hacia los míos. Una tormenta eléctrica ruge allí.Está cediendo.HiedraMis piernas flaquean. El pensamiento se deshace.—¿Qué me han hecho...? —susurro.SorenFinalmente, hablo.Mis palabras son escasas, pero cuando llegan, atraviesan.—No
Capítulo 3 – El equipoHiedraCorro.El aire nocturno me azota la cara, pero no puedo escapar de su presencia.Están ahí.En todas partes.En mi aliento entrecortado, en el calor que no abandona mi piel, en la emoción que aún me atraviesa.Me marcaron.Y me aterra.Me hundo en el bosque, la oscuridad devorando mis pasos desbocados. El corazón me late con tanta fuerza que temo que se me salga del pecho.—Corre todo lo que quieras…La voz de Kael resuena. Está cerca. Demasiado cerca.Me doy la vuelta, pero no hay nadie.Solo la oscuridad vibrando. El silencio, opresivo.Una risa se desliza a mi izquierda.—Entraste, ¿verdad?Es Lyam esta vez.Aprieto los dientes.—¡Salgan de mi cabeza!—No estamos ahí —susurra Soren, su voz apenas un aliento tras mi espalda.Me congelo.Están aquí.Su presencia me envuelve como una sombra viva.Cierro los ojos un instante, tratando de recuperar el control. Pero al abrirlos, Lyam está justo frente a mí.Sin ruido. Sin advertencia.Solo él.—Déjate ir.Re
Capítulo 4 – Bajo su agarreHiedraLyam me arregla. Sus ojos dorados arden con una intensidad que me inmoviliza.Avanza. Lento. Con esa seguridad aplastante que me hace querer huir… o lanzarme sobre él.—Mírame —susurra.No quiero.Quiero desaparecer.Pero mis ojos se elevan, lo encuentran.Y ya está.Caigo.En ese abismo incandescente que me abre sin decir una palabra.En ese vínculo invisible que me envuelve, que me asfixia y me abraza al mismo tiempo.Sonríe. Casi satisfecho.—Entonces…Calor tras mi espalda.Kael.Su presencia es un veneno. Una trampa.Ni siquiera necesita tocarme para que mi piel se estremezca con su aliento.—Eres tan reactiva, Ivy…Su voz me roza el cuello como una caricia.Cierro los ojos. Mi respiración se descontrola.—No…—No mientas —interrumpe Soren, su voz profunda corta el aire.Él también se acerca. Más lento. Más contenido.Pero su mirada es una promesa que me desarma.Me estudia. Cada temblor. Cada latido desbocado de mi corazón.—Sientes el vínculo,
---Capítulo 5 – La intoxicación del enlace---HiedraMi aliento es corto.Mi piel arde bajo sus miradas.Están allí, rodeándome, como un círculo de fuego que espera, paciente, que la presa se rinda.Pero no soy una presa.Me niego a serlo.Y aun así... mi cuerpo me traiciona.Lyam.Kael.Soren.Su sola presencia hace vibrar algo en mí. Algo primitivo. Salvaje. Desconocido.Algo que me aterra.—Para… —susurro, con la voz hecha cenizas.Kael se ríe. Esa risa suya, baja, ronca, peligrosa, hace que mi estómago se contraiga.—¿Parar qué, Ivy?Está detrás de mí. Su pecho contra mi espalda.Su mano recorre mi brazo, lenta, hasta enredar sus dedos con los míos.—¿Parar de tocarte?—¿Parar de darte lo que deseas? —murmura en mi oído.Me enojo.Quiero escapar.Pero también... quiero rendirme.Entonces Soren irrumpe con su voz de acero.—Ella todavía pelea.Su mirada me atrapa. Oscura. Incisiva.—¿Para qué?Mi garganta se cierra.¿Para qué...?Porque esto es una locura.Porque es imposible.Po
--Capítulo 6 - El Despertar del Enlace---HiedraNo puedo respirar.Su calor me envuelve.Su presencia me abruma.Y, sin embargo, en vez de huir… mi cuerpo lo busca.Es una locura. Un peligro.Pero también una certeza.Lo siento en mi sangre. En mis huesos.—Detén… —susurro, mi voz temblando mientras me alejo.Lyam me observa con una sonrisa ladeada.—¿Detener qué, Ivy?Kael se inclina hacia mi oído, su voz como un susurro ardiente.—Dinos lo que sientes.Cierro los ojos. Niego con la cabeza.No puedo. No debo.Pero entonces, Soren da un paso.Su mirada me atraviesa.—Esto no es una elección —murmura.Alza la mano. Sus dedos rozan mi mejilla.Una descarga atraviesa mi piel, me sacude entera.Retrocedo, jadeando.—Es una certeza.El suelo desaparece bajo mis pies.Y dentro de mi pecho, algo se rompe.---LyamElla sigue luchando.Pero ya lo sabe.Su cuerpo nos reconoce.Su alma nos llama.Extiendo la mano y rozo su cuello con la yema de los dedos.Se estremece violentamente.—¿Lo sien
---IvyEl silencio entre nosotros está cargado de demasiadas cosas.De deseos inconfesables.De verdades que me niego a escuchar.De algo más fuerte que yo.Sus presencias me envuelven. Lyam, dominante e implacable. Kael, juguetón y esquivo. Soren, frío e implacablemente paciente.Me observan como una presa, pero no es el miedo lo que hace temblar mi aliento.Es esa sensación insidiosa que se enrosca a mi alrededor.— Suéltame, susurro, sin creerlo.Ninguno de ellos se mueve.Kael desliza un dedo a lo largo de mi brazo.— ¿De verdad quieres que paremos?Su voz es una caricia contra mi piel.Mi cuerpo me traiciona. Cierro los ojos, un escalofrío incontrolable recorriéndome.Están demasiado cerca. Demasiado ardientes.Y yo... estoy a punto de hundirme.---LyamElla es magnífica en este intermedio, al borde de la rendición.Siento su respiración entrecortada, su piel temblando bajo nuestra proximidad.Ella lucha.Quiere huir.Pero ya está atrapada.Deslizo una mano en su cabello, oblig