M
Aleksandr
Ella desaparece.
No en la muerte.
No en el silencio.
Se convierte en otra cosa.
Una luz extraña irradia del centro de la grieta, suave y ardiente a la vez.
No devora.
Revela.
Caigo de rodillas.
Intento recordar su rostro tal como era antes de todo esto.
Antes de la magia, los pactos, los dioses rotos.
Antes de la guerra.
Pero todo se desvanece.
Solo me queda una sensación.
Su calor en mi palma.
El peso de su cabeza contra mi pecho, una noche, hace siglos.
Y esta frase:
“Te elegí, incluso cuando no debí.”
Grito, pero nada sale.
El grito permanece encerrado en mi garganta.
El mundo se cierra sin ella.
Lys
Me incorporo.
La tierra está agrietada bajo mis pies, pero me mantengo de pie.
El viento aún lleva las cenizas de lo que fue, pero avanzo.
Ella ya no está.
Pero algo ha quedado.
Lo siento dentro de mí.
Un eco. Una chispa.
Extiendo los brazos.
Y la luz me responde.
Mi piel se ilumina, veteada de líneas doradas que no me pertenecían antes.
Símbolos antiguos aparecen en mis br