Yvi
Estoy cayendo.
Pero no es una caída.
Es un regreso.
El vacío me recibe como un vientre antiguo.
Atravieso las capas de la existencia, los mundos que ya no se nombran, los recuerdos apagados.
Mi carne es ardor.
Mi memoria es fuego.
Mi nombre es un grito.
A mi alrededor, todo se pliega.
El mundo se deshace en el orden inverso de su nacimiento.
Los océanos se retiran, las montañas se derrumban al revés.
El primer aliento del mundo se repite.
Y yo, en el centro.
Me convierto en el origen.
Luego, me detengo.
Suspendida en el ojo del ciclón.
Una silueta me espera.
Grande. Desnuda. Inhumana.
Cubierta de cadenas.
Y detrás de sus ojos — el olvido.
El Guardián
— No debiste regresar, Yvi.
— Nunca me fui realmente.
Extiendo la mano.
Un fuego negro palpita en ella.
No es magia.
Es algo más.
Algo que ni siquiera él comprende.
Él me mira.
— Has probado lo que precede a los dioses.
— Soy ese sabor.
Él retrocede. Solo un poco.
Suficiente para que sienta su miedo.
Eso me da alas.
Aleksandr
La sentí