Ivy
No puedo dormir.
Cada noche, es la misma caída. Un abismo sin fin donde me pierdo, donde me entrego sin pudor, sin control.
Están ahí. Kylan, Lysander, Orion. Siempre. Como si hubieran invadido mis sueños, tejido sus cadenas en mi inconsciente. Me abrazan, me besan, me devoran. Sus garras deslizan sobre mi piel desnuda, sus colmillos muerden mi carne hasta que me arqueo, ofrecida, consumida.
Despierto empapada en sudor, las sábanas pegadas a mi cuerpo tembloroso. Mi respiración es errática, mi entrepierna húmeda de un placer que me da vergüenza. ¿Lo peor? Aún siento sus manos sobre mí. Su olor en mi piel. Y esas marcas… esas raspaduras bien reales en mis caderas, esos moretones en el hueco de mis senos.
Paso mis dedos sobre ellas, helada. Ya no son simples sueños. Me tocan. De una manera u otra, cruzan la frontera de lo real.
Y por la mañana, me observan. Los tres. Con esa chispa en los ojos. Como si supieran. Como si hubieran estado ahí.
Lo sé ahora. Tienen acceso a mis sueños. A mis deseos. Juegan con ellos.
Y me vuelvo loca.
No puedo más de despertarme temblando, de sentir que mi propio cuerpo me traiciona. No puedo más de desearlos, de gritar sus nombres en la oscuridad mientras ellos duermen plácidamente en la habitación de al lado.
Esa mañana, me miro en el espejo. Mis ojeras están marcadas, mis labios hinchados por las mordeduras invisibles de la noche. Ya no me reconozco.
Bajo la mirada, avergonzada. No soy más que una muñeca rota. Su cosa.
Entonces tomo mi decisión.
Debo huir.
Debo salir de este lugar antes de que no pueda hacerlo nunca más.
Mis dedos tiemblan mientras agarro ropa. Una camisa, un pantalón demasiado grande. Nada lo suficientemente cálido, nada lo suficientemente sólido para enfrentar el bosque. Pero no me importa. Debo irme.
La mansión está silenciosa. Demasiado silenciosa. Como si supieran. Como si me dejaran hacer.
Bajo las escaleras, el corazón latiendo. Cada crujido de la madera me da la impresión de que van a aparecer, a retenerme, a castigarme.
Pero no.
La puerta se abre con un chirrido siniestro. El viento frío me abofetea, me recuerda que aún soy libre. Por unos segundos, tal vez.
Corro.
Me adentro en el bosque sin aliento. Mis pies resbalan sobre el musgo, mis manos se raspan contra las ramas. No importa. El dolor es real. Me mantiene viva.
Con la respiración entrecortada, me doy la vuelta una vez. La mansión ya no es más que una sombra detrás de mí.
Estoy sola.
Finalmente.
Pero el bosque es inmenso. Desconocido. El territorio les pertenece. Pueden encontrarme con un chasquido de dedos. Lo sé. Pero necesito intentarlo.
Corro hasta que mis piernas ceden. Hasta desplomarme contra un tronco de árbol, los pulmones en llamas.
Y es entonces cuando las visiones regresan. Violentas. Implacables.
Sus manos sobre mi cuerpo. Sus labios sobre mi piel. Kylan tomándome contra la pared, brutal. Lysander haciéndome alcanzar el clímax con solo una mirada. Orion susurrándome palabras de amor mientras me posee hasta que pierdo la razón.
Gimo, incapaz de alejar esas imágenes. Mis dedos se clavan en la tierra, pero nada funciona.
Están ahí, en mi cabeza. En mi sangre. En mi carne.
Sollozo, la cabeza entre los brazos.
Quiero volver a ser yo. Volver a ser humana.
Pero la verdad me golpea. Es demasiado tarde.
Soy de ellos.
Incluso si corro hasta que mi corazón explote. Incluso si atravieso el bosque, el mar o el mundo entero.
Ellos me devolverán.
Ya no soy libre.
Estoy marcada. Atada. A ellos.
Y ni siquiera sé si realmente quiero escapar de ellos…
La noche me engulle. Huyo, sin rumbo, sin dirección. Solo huir. Alejarme de ellos, de sus olores, de sus miradas ardientes que aún me atormentan.
Sus marcas están ahí, en mi piel, bajo mi carne. Su huella grabada hasta en mis huesos. Y, sin embargo, corro. Como si pudiera borrar lo que han hecho de mí.
Lyam. Kael. Soren.
Sus nombres resuenan en mi cabeza, obsesivos, hipnóticos. Cada recuerdo de sus manos sobre mi cuerpo me desgarra y me embriaga en el mismo suspiro.
Me adentro más en el bosque. Sus tierras. Su reino. El territorio de los alfas.
Tiemblan. De frío. De necesidad.
Porque la verdad me carcome: no es solo el miedo lo que me empuja a huir. Es esa quemazón en el fondo del estómago. Esa necesidad salvaje que han despertado en mí.
Mis sueños no son más que eso… Visiones de ellos. Sus cuerpos entrelazados con el mío. Su piel contra la mía. Sus susurros posesivos.
Despierto gimiendo, el cuerpo en llamas, las sábanas empapadas en sudor y deseo.
Ya no me reconozco.
Entonces corro. Hasta desplomarme.
---Lyam
— Ella se ha escapado.
Mi voz resuena en el silencio. La habitación entera tiembla bajo la violencia contenida de mis palabras.
Kael levanta la vista hacia mí, su mirada ya oscura por una rabia silenciosa.
— Imposible. No iría lejos… Sabe que no puede sobrevivir sin nosotros.
Soren, en silencio, se levanta. Su mandíbula se tensa.
— Y, sin embargo… se ha ido.
Un gruñido escapa de mi garganta. Un sonido animal, incontrolable.
— La traeremos de vuelta. Viva. Rota si es necesario. Pero no se nos escapará.
KaelSiento su olor. Débil, distante… pero está allí.Aprieto los puños. ¿Ese pequeño idiota piensa que puede huir de nosotros? ¿Después de lo que le dimos? ¿Después de haberla marcado, tomado, reclamado frente a toda la manada?—¿Realmente cree que puede sobrevivir ahí… sola?Lyam ruge, Soren permanece de mármol, pero veo la locura encendida en sus ojos.—La encontraré. Le recordaré a quién pertenece.---SorenSu olor aún flota en el aire. Lo respiro profundamente. Y una emoción me recorre.Ella cree que huye de nosotros. Cree que escapa de este vínculo.Pero está equivocada. Es nuestra. Siempre lo ha sido.Cierro los ojos y lo siento. Su miedo. Su deseo. Su angustia.No durará mucho.Y cuando la encontremos…La romperé. Despacio. Hasta que comprenda que nunca podrá dejarnos de nuevo.---HiedraLa noche aún cae. El frío muerde mi piel.Me pierdo en mis pensamientos. En sus recuerdos.Sus manos sobre mí. Sus bocas. Sus cuerpos, tan fuertes, tan violentos, tan tiernos a veces.Hui po
IvyLa luz apenas se filtra entre las hojas cuando abro los ojos. Mis músculos arden, marcados por mordiscos, arañazos, por la violencia de su deseo.Estoy tumbada contra Lyam, sus poderosos brazos rodeándome. Su calor me envuelve, casi me asfixia. Al otro lado, Kael todavía duerme, su torso desnudo expuesto, magnífico. En cuanto a Soren, está allí, sentado, mirándome, posesivo.Nunca duermen mucho. No cuando estoy aquí.Y esta mañana, lo siento… su hambre no está saciada.— Despierta, susurra Soren. No ha terminado.Mi garganta se aprieta. Mis muslos se cierran por reflejo, pero es inútil. Me quieren. Y yo también los quiero.Lyam gruñe en mi cuello, su voz grave y ronca:— ¿Crees que la noche borra lo que nos has hecho, Ivy?Sus dedos deslizan sobre mi cadera, subiendo lentamente entre mis muslos, rozando mi piel marcada.— Nos has vuelto locos. Ahora… te vamos a mantener aquí, hasta que no puedas más.Kael se despierta a su vez, sus ojos dorados brillando de hambre.— Es hermosa… M
IvyMe despierto envuelta en un calor suave, un capullo vivo. La tela ligera de las sábanas acaricia mi piel desnuda, pero son sus cuerpos alrededor del mío los que me tranquilizan. Ya no sé quién me sostiene, quién me acaricia a medias en su sueño.Corazones laten contra mi piel. Tres. Tres latidos sincronizados que resuenan como un recordatorio: soy su vínculo. Su centro.La habitación está bañada en una luz dorada. El fuego crepita suavemente en la chimenea. Me sorprendo sonriendo, dejándome llevar contra el pecho de Kael, que aún duerme, un brazo posesivo alrededor de mis caderas.Lyam está aquí también, despierto. Su mirada ámbar se fija en mí, intensa, pero extrañamente tranquila.— ¿Has dormido bien, mi reina? Su voz es un susurro ronco.Asiento sin poder hablar. Su mano se desliza en mi cabello, acaricia mi cuero cabelludo con una ternura que casi me duele.— Ya no tienes que huir, susurra.LyamEs hermosa, aquí, entre nosotros. Frágil y fuerte. Marcada por nosotros, y sin emb
Capítulo 1 – El llamado de la lunaHiedraEl bosque respira. Cada rama cruje como si escondiera un secreto. El aire está cargado de humedad, resina y algo más… algo antiguo. Camino sin hacer ruido, mi aliento entrecortado, los pasos livianos como sombras. La noche abrasa, densa, sofocante. Como si el mundo entero contuviera la respiración.No debería haber venido.Lo siento en los huesos.Algo me sigue.Aferro la tela de mi vestido. Mi corazón golpea con violencia. No veo nada, pero lo percibo: una presencia que me acecha. Invisible. Salvaje. Implacable.Un crujido entre las hojas.Me detengo en seco.La oscuridad se espesa a mi alrededor. Mi garganta se cierra. Quiero correr, girar sobre mis talones, escapar. Pero mis piernas se niegan.Y entonces los veo.Tres pares de ojos brillan en la penumbra.Sombras vivas, deslizándose entre los troncos como depredadores en cacería. Lentamente emergen de la nada.No son hombres.Son bestias.La luna revela sus siluetas. Altos. Desnudos. Irreal
Capítulo 2 - La marca del deseoHiedraQuisiera protestar. Gritar. Huir.Pero mi piel arde. Mi aliento se quiebra.Están demasiado cerca.KaelMe deslizo detrás de ella, el pecho apenas rozando su espalda.Puedo sentir cada emoción que la atraviesa.Pelea. Lo noto en la tensión de sus hombros, en cómo aprieta los dedos contra la tela de su vestido.Pero no se aparta.—¿Quieres luchar, Ivy?Mi voz es un susurro que se enreda en su cuello.Su respiración se acelera.—Entonces lucha.¿Cómo se lucha contra uno mismo?LyamEs sublime, atrapada entre nosotros. Su cuerpo tiembla, sacudido por una ola que apenas comienza.Lo veo. Lo siento.Aún no lo entiende. Pero su alma ya nos llama.—Mírame.Tomo su barbilla con cuidado. Ella tiembla.Sus ojos se alzan hacia los míos. Una tormenta eléctrica ruge allí.Está cediendo.HiedraMis piernas flaquean. El pensamiento se deshace.—¿Qué me han hecho...? —susurro.SorenFinalmente, hablo.Mis palabras son escasas, pero cuando llegan, atraviesan.—No
Capítulo 3 – El equipoHiedraCorro.El aire nocturno me azota la cara, pero no puedo escapar de su presencia.Están ahí.En todas partes.En mi aliento entrecortado, en el calor que no abandona mi piel, en la emoción que aún me atraviesa.Me marcaron.Y me aterra.Me hundo en el bosque, la oscuridad devorando mis pasos desbocados. El corazón me late con tanta fuerza que temo que se me salga del pecho.—Corre todo lo que quieras…La voz de Kael resuena. Está cerca. Demasiado cerca.Me doy la vuelta, pero no hay nadie.Solo la oscuridad vibrando. El silencio, opresivo.Una risa se desliza a mi izquierda.—Entraste, ¿verdad?Es Lyam esta vez.Aprieto los dientes.—¡Salgan de mi cabeza!—No estamos ahí —susurra Soren, su voz apenas un aliento tras mi espalda.Me congelo.Están aquí.Su presencia me envuelve como una sombra viva.Cierro los ojos un instante, tratando de recuperar el control. Pero al abrirlos, Lyam está justo frente a mí.Sin ruido. Sin advertencia.Solo él.—Déjate ir.Re
Capítulo 4 – Bajo su agarreHiedraLyam me arregla. Sus ojos dorados arden con una intensidad que me inmoviliza.Avanza. Lento. Con esa seguridad aplastante que me hace querer huir… o lanzarme sobre él.—Mírame —susurra.No quiero.Quiero desaparecer.Pero mis ojos se elevan, lo encuentran.Y ya está.Caigo.En ese abismo incandescente que me abre sin decir una palabra.En ese vínculo invisible que me envuelve, que me asfixia y me abraza al mismo tiempo.Sonríe. Casi satisfecho.—Entonces…Calor tras mi espalda.Kael.Su presencia es un veneno. Una trampa.Ni siquiera necesita tocarme para que mi piel se estremezca con su aliento.—Eres tan reactiva, Ivy…Su voz me roza el cuello como una caricia.Cierro los ojos. Mi respiración se descontrola.—No…—No mientas —interrumpe Soren, su voz profunda corta el aire.Él también se acerca. Más lento. Más contenido.Pero su mirada es una promesa que me desarma.Me estudia. Cada temblor. Cada latido desbocado de mi corazón.—Sientes el vínculo,
---Capítulo 5 – La intoxicación del enlace---HiedraMi aliento es corto.Mi piel arde bajo sus miradas.Están allí, rodeándome, como un círculo de fuego que espera, paciente, que la presa se rinda.Pero no soy una presa.Me niego a serlo.Y aun así... mi cuerpo me traiciona.Lyam.Kael.Soren.Su sola presencia hace vibrar algo en mí. Algo primitivo. Salvaje. Desconocido.Algo que me aterra.—Para… —susurro, con la voz hecha cenizas.Kael se ríe. Esa risa suya, baja, ronca, peligrosa, hace que mi estómago se contraiga.—¿Parar qué, Ivy?Está detrás de mí. Su pecho contra mi espalda.Su mano recorre mi brazo, lenta, hasta enredar sus dedos con los míos.—¿Parar de tocarte?—¿Parar de darte lo que deseas? —murmura en mi oído.Me enojo.Quiero escapar.Pero también... quiero rendirme.Entonces Soren irrumpe con su voz de acero.—Ella todavía pelea.Su mirada me atrapa. Oscura. Incisiva.—¿Para qué?Mi garganta se cierra.¿Para qué...?Porque esto es una locura.Porque es imposible.Po