La clínica privada de Elena Vieri era más segura que cualquier bunker. Demian acompañó a Valeria y a su madre, su rostro una mezcla de ansiedad por la salud de su Emperatriz y la furia contenida por la absurda situación. Él no entendía los cambios de humor y el llanto; solo sabía que debía protegerla.
El médico, un hombre de confianza y reservado, examinó a Valeria. Demian esperaba un diagnóstico de agotamiento o estrés extremo.
Al regresar a la sala de espera, el médico sonrió a Demian y Elena.
Doctor: "No se preocupe, Señor Vieri. Su prometida está en excelente estado de salud, considerando el estrés que ha pasado. La única razón de los antojos y los cambios de humor repentinos es que... bueno, va hacer madre (mira con miedo a Dante ) Serán dos
La palabra cayó como una bomba.
Elena Vieri sonrió con orgullo, mirando a su hijo. Valeria se quedó boquiabierta, las manos temblándole.
Demian se quedó helado, la furia de la guerra, la posesión del control y toda la calidez que había sentid