Demian se quedó inmóvil en el balcón, el aire frío de la noche mordiéndole la piel. No había necesitado ver los faros del coche para saberlo. La ausencia lo había despertado. La repentina pérdida de la calidez que lo había anclado en la realidad era un vacío helado y doloroso.
La rabia no era un calor que lo consumía, sino una energía pura y congelada. Era la furia del hombre que nunca había perdido nada, y menos una posesión tan preciada.
Marcó el número de su hermano. Dante contestó al segundo tono, con voz somnolienta.
Dante: __¿Demian? ¿Qué pasa? El sistema de alarmas se volvió loco por el ala Norte. ¿Es Victoria otra vez?__
Demian: (Su voz era baja, controlada, pero con un filo de hielo que Dante nunca había escuchado) __No. Es mi... mi Emperatriz__
Hubo un silencio tenso al otro lado de la línea.
Dante: __¿Valeria? ¿Qué pasó, se enojó por algo?__
Demian: (Cerró el puño, las uñas clavándose en su palma. Podía ver el polvo levantándose donde el coche había roto la cerca) __Ella es