Capítulo 3

LUCA

—¿Qué es lo que quiere Sergei de ti? ¿Para qué te ha llamado? —interroga Nikolay.

—No lo sé. Yo también lo quiero averiguar.

—Ten mucho cuidado, Luca. Sabes que él no es de fiar.

—Oh, no sabía que te importara —bromeo, él me fulmina con la mirada mientras se me escapaba una carcajada — Y dime tú, ¿aquí quién es de fiar? —agregué sin importancia.

—Luca, sabes a lo que me refiero.

Claro que lo sabía, yo más que nadie sabía el significado de la traición, la deslealtad de los que se dicen ser tu familia porque llevas su apellido. Pero, aun así, quería hacerlo, para llegar hasta él, al tío que le arrebato el imperio a su propio hermano, para hacerse más poderoso y gobernar en gran parte de rusia y así dejar su suciedad con ese poder.

Aquí los lazos de sangre no servían de nada, la ambición y el poder eran más grandes, que cualquier otra cosa.

—Sé perfectamente. No hace falta que siempre me estés recordando que ese hijo de puta se quedó con lo que le pertenecía a mi familia —mascullo con frustración —No es algo que no lleve en mi cabeza todo el tiempo, todos los días desde aquel día que los mataron. Con solo la idea de pensar que él tuviera que ver con sus muertes, con solo eso… me está consumiendo lentamente —doy un puño en la mesa que estaba frente a mí.

Haberme unido a Nikolay creo que fue el error más grande que había hecho. Desde el principio debí aceptar la oferta de Sergei, pero mi odio y mi duelo eran inmensos, tanto que no me dejaron aceptarlo y solo lo odie.

No tenía pruebas de que él había sido el asesino de mi padre y hermano, lo que si estaba seguro era que él se había quedado con el territorio Vasiliev, aunque una parte le correspondía a él, la otra le tocaba a papá y a su legado.

—Debes ser astuto y actuar con inteligencia. Si quieres recuperar lo tuyo, y quieres vengar sus muertes. Pero tú mismo te estás metiendo a la cueva del lobo.

—El mejor dicho es "si no puedes con tus enemigos únete a ellos" —extiendo los brazos, mientras sonrió divertido —Y eso es lo que haré, me uniré a Sergei Vasiliev, sin que se dé cuenta lo destruiré con mis propias manos.

—Solamente vete con cuidado. Piensa en que todavía tienes a alguien que te necesita. Siempre piensa en ella, aunque en estos momentos no sea consciente de todo lo que suceda a su alrededor —dice con un pesar que sé que le duele demasiado, como me duele a mí o mucho más que a él.

Sé que es duro para él ver a su hermana en ese estado, ver que ya no es la misma mujer de antes, que el dolor y la pérdida, la transformaron en lo que es ahora, en alguien que ni dejo una mínima pizca de lo que había sido en el pasado. Nina Nóvikov quedo inmersa  en unos oscuros pensamientos, de los que no pudo salir desde ese día que ellos se fueron.

Por ella y por ellos es que debo hacer esto. Debo vengan su muerte y su sufrimiento. Sé que esto no los traerá de vuelta y que ella tal vez ya no será la misma. Sin embargo, lo tengo que hacer, porque es algo que les prometí, más a ella. Por la única mujer que ha sido parte de mi vida y que siempre amaré.

*****

Entrar a este lugar era como había dicho Nikolay, la cueva del lobo. Ya estaba aquí y no me podía echar para atrás.

Durante años me preparé para esto, después de haber rechazado su propuesta para unirme a su organización, no dejo de buscarme e insistir hasta que se cansó o eso creí por un tiempo hasta que volvió a buscarme para decirme que necesitaba de mis servicios para un nuevo trabajito.

Mi rango en la Bratva era un Boyevik que significa "guerrero" un Boyevik está encargado de una brigada, un grupo de soldados que deben servir a la Bratva. Mi papel primordial es reclutar, entrenarlos, prepararlos para que rindan adecuadamente y al finalizar enviarlos a sus tareas. No es por nada, pero mi equipo es el principal en fuerza de ataque, un mérito que me ha costado sangre y sudor estos ocho largos años.

Poco antes de que padre y Yerik murieran, mi rango como soldado ascendió al de un Boyevik, mi desempeño se notó con el entrenamiento duro que me sometí día con día. Quería ser el mejor y demostrárselo a mi padre y hermano.

Aunque fuera hijo de una cabecilla de la Bratva mi destino fue comenzar desde cero. Pero al ser el segundo al mando de la familia me correspondía ser un Sottocapo, como lo llaman los malditos italianos. Un Sottocapo, es la mano derecha del que gobierna, como quien dice su sucesor si llegara a faltar. Y Yerik recientemente había tomado el mando unos pocos meses antes de que lo asesinaran.

En ese tiempo yo rechacé mi puesto por ideas mías de no querer vivir en las sombras de mi hermano. Porque así había sido desde que tenía uso de razón.

—Llegamos, señor —avisa uno de mis hombres.

El helicóptero descendió en la pista de vuelo en los territorios Vasiliev. Regresar a este sitio solo me traía recuerdos, una mezcla de sentimientos buenos y no tan gratos, y eso es lo que ahora me hace despreciar este lugar.

Un Cadillac negra con vidrios polarizados y blindado esperaba a unos cuantos metros de distancia desde donde había aterrizado el helicóptero. Una vez abajo, veo venir a uno de los guaruras más allegados a Sergei. Baran, recuerdo que ese era su nombre, el maldito asesino sádico, su perro fiel.

Me saluda con un asentimiento de cabeza, que más bien era un "sígueme"

No recibo órdenes de nadie, y menos de un puto perro faldero. Pero como supuestamente había venido con las manos abajo y en son de paz, no debía armar un caos. No por este momento.

Subimos al vehículo, luego lo ponen en marcha para llegar pronto a nuestro destino, la mansión Vasiliev.

Al llegar, bajo seguido de los hombres de Sergei, solo Baran es el que me dirige hasta el interior de la mansión. Este lugar no ha cambiado en nada, aunque lo remodelaron por fuera y por dentro, sigue teniendo ese algo que le pertenecía a mi familia.

—Te está esperando, ya conoces el camino —me señala Baran; el corredizo que lleva al despacho de Sergei, que en algún momento fue de mi padre.

Después de asentir camino directo hasta esa puerta. Entrar allí me iba a remover muchos recuerdos, como la imagen de mi viejo sentado  en donde había sido su lugar antes de morir.

La puerta se abre completamente con brusquedad, a unos pasos de llegar. Salgo de mis pensamientos cuando una mujer pasa por mi lado y golpea accidentalmente su hombro con mi brazo. Por un instante me detengo mientras la miro.

—¡Qué no tienes ojos o qué! Fíjate por dónde vas m*****a sea —dice en un tono furioso pero sin dirigir sus ojos a mi rostro.

Por unos segundos se detiene para refunfuñar aprovecho para ver su rostro. Y descubro su belleza dejándome embrujado. Su piel es blanca como la porcelana y su melena azabache larga ondulada. Es la perfección hecha en mujer, lo que cualquier hombre desearía tener en su cama.

Pero ella en ningún momento colocó sus ojos en mí, ni siquiera por un segundo para saber a quién le echo la culpa de su descuido. Me había perdido en sus labios rosados hasta que note humedad sus mejillas. ¿Estaba llorando?

No lo pude comprobar porque siguió su camino y desapareció al girar por el pasillo, la seguí con mis ojos cosa que quise hacerlo también con mis pies para descubrir porque lloraba.

Al dar el primer paso para seguirla, una voz me hizo quedarme rígido nuevamente, pero esta vez de otra manera. En una rigidez fría que tuve que ir haciendo a un lado, sin embargo, no quería que se dieran cuenta de la verdad por mi regreso.

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