ANYABajé las manos en busca del botón y la cremallera de su pantalón para quitárselo, cuando lo encontré, Luca sostuvo mi mano, pero no me retiró de ahí.—Espera —volvió a hablar. —No traigo ningún condón.Recordé, que yo ya no me estaba cuidando como antes, las píldoras me las quito el ginecólogo con el que Serguéi me envió.—Entonces, ¿qué haremos? —me mordí el labio, inquietamente.—Demonios —siseó. —Estoy limpio, pero…Sabía que le preocupaba, un embarazo. Yo era lo que más evitaba, lo que menos quise en mi vida, tener un hijo, pero de Serguéi. ¿Pero uno de Luca? Apenas estábamos comenzando, a lo que fuera que tuviéramos, esto apenas iba iniciando y tener un bebé ahora, no podía ser posible, más bien nunca podría ser.Estaba por levantarme, ahora sabía que era un capó de auto en el que me encontraba recostada. Luca se dio cuenta y con su cuerpo evitó que me bajará.—Al demonio con el jodido condón —pronunció con un tono firme.Tomó de nuevo mi boca y me beso hasta que nuestros la
LUCAEl jet aterrizó en un pequeño aeropuerto ubicado cercas de Marruecos. El sol se encontraba a toda plenitud, y su intensidad hacía que ardiera mi piel como los mil infiernos. Esto era el maldito infierno y yo había llegado a él. Alan se paró a mi lado, ya había bajado también del jet.Habían pasado unos cuantos días desde aquel día que hice mía a la mujer de mi tío. Y ahora me encontraba al otro lado del mundo, buscando el maldito problema que me ordeno Serguéi que resolviera. —Este calor se siente como el infierno —se quejó a mi lado mientras se retiraba las gafas de sol de los ojos para limpiarse el exceso de sudor de la cara. —Demonios, no tengo ni un minuto que salí del aire acondicionado y ya estoy sudando como ebrio panzón.—Deja de quejarte como niña —le dije, pero no en modo de regaño sino de burla. Se me hacía gracioso verlo sufrir y refunfuñar por algo tan simple como el clima.Por supuesto, ambos estamos acostumbrados a temperaturas bajas, en Rusia es así, mayormente h
LUCA—¡El desgraciado de Bruno dijo que me iba a ayudar si le decía dónde estaba su primo! —exclamaba Narkissa, mientras explicaba, luciendo desquiciada. —¡Yo no lo traicioné! ¡Bruno me traicionó a mí!¿Qué ella no sabía que Bruno era enemigo de Dante? Eso hasta la gente que vivía en el desierto lo sabía. La verdad yo no no me tragaba esa.—A mí no me interesa saber qué hiciste para llamar su atención —le dijo Yakov. —Yo estoy aquí para terminar el trabajo que Snake no completó.—¿Qué? —expresó con los ojos muy abiertos. —¿Me estás diciendo que si Dante está vivo, tú lo asesinarás? —Yakov asintió como si le estuvieran hablando de algo simple, como del clima.Alan y yo nos intercambiamos una mirada cargada de incertidumbre mientras observábamos a Narkissa y a Yakov. Había algo más en juego de lo que inicialmente habíamos previsto, y ahora estábamos atrapados en medio de un conflicto del cual no teníamos todos los detalles.—Esto se está complicando más de lo que esperábamos —murmuró Al
LUCAAlan y yo nos desplazábamos con cautela entre las calles angostas del pueblo, mezclándonos entre los locales con la esperanza de pasar inadvertidos.Era consciente de que cualquier error podría comprometer no solo la misión, sino también nuestras vidas. Las palabras de Yakov resonaban en mi mente como un tambor bélico, marcando el ritmo de nuestro avance: “No debe haber margen de error”. Esa presión era más de lo que quisiera admitir.Nos dirigimos hacia un grupo de tenderetes que parecían menos concurridos, tratando de parecer unos turistas interesados en las artesanías y productos curativos. Cada paso que daba era calculado, fijando mi mirada en cada detalle, en cada rostro que pasaba a mi lado. El peso de mis armas ocultas bajo la camisa me recordaba constantemente por qué estaba allí y cuál era mi misión.Al acercarnos a una tienda de especias y algunas hierbas, un anciano nos miró con ojos perspicaces. Alan inició la conversación; su árabe era fluido y su tono, respetuoso.—
LUCAAl día siguiente, muy temprano, Alan y yo nos pusimos unas kufiyas para pasar desapercibidos entre todos los musulmanes que visitaban el café.Con la ayuda del anciano, ingresamos a la cafetería. Tuve que cubrir bien mis armas para que no se notaran por encima de mi ropa, pero con estos atuendos extraños era imposible que algo más se notara. Lo único visible eran nuestras caras y manos.—Puto calor —dijo en voz baja Alan, inclinándose hacia mí para que solo yo lo oyera—. No sé cómo soportan llevar tanta ropa encima, si por mí fuera andaría encuerado por todo Marruecos.—¿Seguro que te gustaría enseñar todo, hasta tus bolas? —inquirí con una ceja levantada.—Sí —respondió, chasqueando la lengua—. Pero si lo dices porque levantaría suspiros de las mujeres y una que otra mirada de invitación a que las folle, ¿qué culpa tengo yo de estar bien dotado? Y no me refiero solo a mis bolas.—Calla, o querrás que te oigan estos tipos —siseé para que solo él me escuchara—. Con que te oigan de
Bienvenidos a esta historia de deseo y amor prohibido.Deseo Prohibido es el primer libro de la saga "Dominio Ruso" podría decir que es una historia independiente y no es necesario leerla o leerla en orden con la trilogía "Infierno" sin embargo, para entender algunas cosas si lo es. Y es necesario leerla toda hasta el final porque algunas cosas saldrán en la saga "Legado De Sangre" más en el segundo.Recuerden que el contenido que escribo es ficticio, solo inventado por mí, algunas son sacadas de mi imaginación y unas que otras investigadas, pero nada de lo escrito aquí es real. La historia tiene contenido adulto y lenguaje ofensivo, también algunas escenas fuertes.***ANYAHabía cumplido dieciocho años cuando mis padres me vendieron a un hombre mayor, obligándome a casarme con él y ser su mujer.Para mí la vida terminó desde ese día, ya nada sería igual. Desde que pusieron a ese hombre en mi vida comencé a conocer el verdadero infierno, y no es que no lo hubiese conocido antes, pe
ANYA5 años antes.—¡Anya!—grita Narkissa, al entrar a mi dormitorio, me di cuenta de que estaba molesta —¡¿Cómo demonios es que dejaste que te vendieran con ese monstruo?!Nadie comprendía que era algo que yo no podía evitar, tenía que aceptarlo y ya. Jamás me dieron la opción de elegir y la verdad no sé si la quería o no. Salirme de este encierro y entrar a otra cárcel venía siendo lo mismo, solo que con un hombre a lado mío, uno que es un desconocido para mí. —Sabes que no tengo voz ni voto en esto —digo en un tono triste y pesado. Estaba haciendo mi último equipaje, la mala noticia ya me la habían dado y solo me quedaba hacer esto, para marcharme para siempre de esta jaula de oro y entrar a otra.—En que siglo creen que vivíamos. Mis tíos no pueden hacerte esto, me rehusó a que te vayas con ese monstruo. —Para ellos así será, ellos son los quedan las órdenes. Narkissa se acerca y me arrebata las prendas de ropa que tenía entre mis manos. —¡Por Dios no seas estúpida! -me quede
ANYA.Actualidad.A mis veintitrés años ya tenía la vida acabada, de hecho desde antes. Desde que mi padre me vendió al despiadado ruso Sergei Vasiliev, mi vida se había terminado.Ser su esposa era un infierno, uno que no le desearía a nadie. Por culpa de él es que había dejado de ser la Anya dulce y feliz del pasado, ahora no había nada, solo un vacío enorme y frío.Sergei Vasiliev, me había arrebatado mi vida y mi inocencia, pero lo peor de todo fue porque mi familia me entrego al mejor postor como si fuera un objeto.Quisiera odiarlos, pero no podía, con el único que lo hacía era con ese maldito abusador que se decía ser mi esposo. No justificaré lo que mis padres me hicieron, eso nunca, ¿por qué quién en su sano juicio vende a su hija? Absolutamente, nadie que la amaría, y ahí es cuando me di cuenta de que ellos amaban más sus propiedades, su reputación y hasta sus vidas, que la mía. Eso sí dolía y hasta me rompía por completo, aunque el maltrato de ese hombre también dolía, lo