CAPÍTULO 75: LAS SOMBRAS DE MOSCÚ
Nikolai
No soy de los que escuchan a escondidas. Me parece una costumbre de débiles, de cobardes… de periodistas, pero cuando escucho la voz de mi hermano y el tono quebrado de Eden al otro lado de la puerta, algo en mí se congela. Me detengo. El aire se vuelve más espeso que el vodka barato y me descubro… inmóvil.
No debería importarme a este nivel. Después de todo, la partida de ajedrez entre Dmitry y yo empezó hace mucho, y los peones caen como moscas desde entonces, pero ahora hay una nueva ficha en el tablero. Una que pesa más que todos los demás: Selena.
Escucho a Eden exigir respuestas y escucho a Dmitry... hablar. En serio, hablar. Como si le costara, como si arrancarse las palabras de la garganta fuera una confesión. Y me doy cuenta, con ese instinto asqueroso que tengo para la política y las mentiras, que ella va a perdonarlo. No ahora tal vez, pero lo hará. Porque él le dio algo que yo no pude: una razón.
Me alejo antes de escuchar más. No