CAPÍTULO 57: LA TREGUA FORZADA
Eden
Las cosas ya eran lo bastante extrañas sin que el Pecador se apareciera en mi trabajo como si lo hubieran contratado para promocionar corbatas de diseñador en un evento corporativo. Estoy en plena revisión de código, con los auriculares puestos y el café a medio acabar cuando Zafira me da un codazo que casi me tira de la silla.
—Dime que eso no es un político ruso de ensueño entrando a nuestra oficina —dice, mirándolo como si acabara de salir de una portada de GQ.
Me quito un auricular y sigo su mirada. Error, grave error. Ahí está Nikolai maldit0 Volkov, con su sonrisa de comercial de pasta dental, ese aire de “sí, sé que me deseas” y una camisa que no tiene derecho a quedarle tan bien.
—¿Qué demonios hace aquí? —murmuro, más para mí que para ella.
—Quizá viene a verificar el estado de los servidores. O a ofrecerse como modelo para la nueva línea de trajes de poder ejecutivo. En fin, si lo despiden de la política, siempre puede trabajar de maniquí