Capítulo 338: Aroma a venganza

El sol comenzaba a ocultarse tras las montañas cuando Leonardo y Alanna se acomodaron en la terraza de la mansión Sinisterra. Una brisa suave recorría el jardín, agitando ligeramente las hojas de los naranjos, mientras una bandeja de porcelana descansaba sobre la mesa con dos tazas de café humeante. La tarde estaba en calma. Silenciosa. Casi idílica.

Leonardo observó a Alanna con atención. Había algo en su mirada, algo distinto. Sus labios apenas curvados, como si intentaran reprimir una carcajada. Su expresión no era la de alguien que simplemente disfrutaba de un café. No. Había un dejo de picardía, un destello de satisfacción que asomaba por sus pupilas. De repente, Alanna soltó una risa baja, breve pero cargada de intención.

—¿Se puede saber qué es lo que tanto te causa gracia? —preguntó Leonardo, sin apartar la vista de ella.

Alanna negó suavemente con la cabeza y volvió a reír, esta vez un poco más fuerte, mientras se llevaba la taza a los labios.

—¿Fue idea tuya, verdad? —insist
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