El reloj marcaba las 9:59 a.m. Leonardo revisaba una vez más la presentación en su computadora. Todo tenía que salir perfecto. Los inversionistas internacionales de Salvatore Group estarían conectados en minutos. La reunión era crítica. Sería la primera gran presentación tras la reestructuración de la empresa.
Alanna estaba junto a él, sentada con la espalda recta, las manos cruzadas sobre la carpeta de notas. Aunque su rostro mostraba serenidad, por dentro sentía que el corazón le latía a mil por hora. Había trabajado durante semanas junto a Leonardo para construir ese informe.
—¿Estás bien? —preguntó él, sin dejar de mirar la pantalla.
—Estoy bien. Solo un poco nerviosa. Nunca he hecho una presentación a tantas personas.
—Lo harás bien. —Leonardo giró un segundo hacia ella—. Confío en ti.
Alanna le devolvió una sonrisa tímida. Solo él lograba calmarla así. Se sentía segura a su lado. Protegida. Importante.
El sistema de videollamada anunció:
—Conexión establecida. Todos los particip