Eso bastó para borrar la expresión arrogante de Allison. Parpadeó, procesando.
—¿Leonardo? ¿Estás diciendo que…?
—Estuve con él antes que ella. No fui una aventura. No fui un capricho. Fui su refugio en medio del caos. Su calma. Pero llegó ella… con esa cara de inocente, con esa voz de víctima eterna. Y él… cambió. Como si todo lo anterior no hubiera valido nada.
Allison no dijo nada de inmediato. Se recostó en la silla. Cruzó los brazos.
—Entonces, esto es por despecho.
Alexa apretó los dientes, pero no bajó la mirada.
—Esto es por justicia. A ti te robaron un apellido. A mí me robaron un corazón. Ambas sabemos que ella no merece lo que tiene.
—¿Y tú crees que vas a recuperar a Leonardo arrastrándola al infierno?
—No. Pero voy a recuperar el control —dijo Alexa con determinación—. Y tú también.
Allison la miró por varios segundos. El café llegó, pero ninguna lo tocó.
—Yo no soy una aliada fácil —advirtió—. No me gusta deber favores. Y tampoco confío en las mujeres que se obsesionan c