Lucia
Un rostro, una habitación, un grito lejano.
Y la silueta de un hombre, en el espejo, detrás de ella.
Tiemblo.
— Ella está reviviendo la escena, digo en voz baja.
— No, corrige Michèle. Ella está reconstruyéndola.
Y de repente, Lucia habla.
Con una voz monótona.
— Él me dijo... que si decía algo... no me mataría.
Pero a ustedes, los haría desaparecer. A todos. Uno por uno.
Y pensé que ya estaban muertos.
Su mirada se levanta. Lentamente.
Ella nos ve.
Y murmura:
— Entonces, ¿vinieron... para morir?
Los veo.
Anna y Michèle.
Allí de pie al otro lado del espejo, pero no. No es el espejo, es un cristal.
Porque ahora entiendo.
No es mi reflejo. No soy yo.
Era un cristal esmerilado.
Y ellos miraban.
Siempre han mirado.
Y yo, era la escena.
Era la prueba.
Era el objeto.
Me levanto. Lentamente. Mis piernas son duras como la piedra. Me siento desgarrada, ardiendo por dentro, como si un nervio hubiera sido arrancado y aún tiraran de él.
— Lucia, empieza Michèle, su voz suave, cautelosa, cas