Olev intentó atraparla con movimientos rápidos y calculados, pero Armyn fue más veloz, esquivando cada ataque con agilidad felina. El aire se llenó de tensión, como si el bosque mismo contuviera la respiración ante la inminente tragedia.
Entonces, de manera inesperada, Armyn en su forma lobuna avanzó, enfrentándose a Olev con una fuerza que desbordaba rabia y miedo a la vez.
Su cuerpo chocó con el de él con un impacto que hizo temblar la tierra bajo sus pies. Sin embargo, Olev estaba preparado, y en un instante desesperado, clavó una daga afilada en el pecho de Armyn.
El dolor fue instantáneo, feroz, un fuego que se extendió por cada fibra de su ser.
Armyn lanzó un aullido desgarrador, un sonido que se mezclaba con la furia y la agonía, y cayó al suelo convulsionando.
Sus músculos temblaban mientras su forma se retorcía, y en un estremecimiento final, su cuerpo se transformó de lobo a humano.
Su piel ardía, como si cada célula estuviera en llamas, y la herida brillaba con un rojo inte