210.

Ángel no sabía cómo Mordor había llegado hasta ahí. Tal vez simplemente había sido atraído por el ruido de la pelea. De todas formas, estaba al otro lado del velo, observándolos fijamente. Sus ojos rojos brillaron con la luz rojiza que entraba a través de la grieta, cruzando el velo.

Ángel regresó a su forma humana, e interesado, desnudo, observó al vampiro. Comenzó a caminar hacia donde estaba el velo. Sabía que era peligroso. Mordor no podía atravesarlo, pero sí podía lanzar algo a través de él. Como una daga, un cuchillo… tal vez tuviera un arma humana escondida debajo de los pliegos de su ropa. Su expresión era indescriptible, imperturbable; parecía como una figura de porcelana, inexistente de vida, carente de cualquier emoción.

Uno frente al otro se observaron fijamente: el lobo y el vampiro. Ninguno dijo una palabra.

Salomón sacudió las alas un minuto después. Parecía maltrecho y un poco adolorido, pero estaba bien. Seguramente había utilizado algún hechizo para curar su cuello
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