A pesar de todo, Ángel era fuerte, y su poder mental le había dado una gran ventaja. El vampiro intentaba pelear contra él y contra la mente del lobo, intentando desesperado y por todos los medios encontrar una debilidad en él. Nunca había tenido que pelear con un vampiro; aun así, sabía que no eran fáciles de vencer, mucho menos un transformista, y muchísimo menos el hijo directo de Muertor, más poderoso que un transformista normal.
Y, aun así, cegado por una rabia que no logró entender, pudo ver destellos de la memoria del joven en su cabeza mientras peleaban, mientras trataba de esquivar los golpes que le mandaba. Vio al vampiro recostado en el regazo de su padre, observando la nieve que caía al otro lado del vidrio. Pero pudo sentir el deseo, y en su propio cuerpo, de atravesar aquella roja superficie, correr libre al exterior. No pudo evitar sentir un poco de lástima por él: toda la vida no había sido más que el esclavo de los deseos de su propio padre.
Y aunque en los leves recu