207.
El ejército se había dispersado. Irremediablemente, no pude hacer nada. Ni Ismael ni yo pudimos hacerlo. Cuando llegaron los camiones con las jaulas, no pudimos hacer nada. Exhibirnos hubiera sido demasiado peligroso. Así que nos quedamos ahí, en la entrada de aquella abertura, observando cómo comenzaban a meterlos a todos en aquellas metálicas celdas transportables.
La mayoría huyó. Era inevitable que algunos lo hicieran después de que el dolor por el suero inhibidor se les pasara. No se iban a quedar ahí, esperando a que los capturaran. Deseé que de verdad pudieran reagruparse en otro lugar, pero habían corrido todos: asustados, desesperados... vampiros y lobos, Luna Azul y Flagela. Todos asustados. Muy desesperados.
Y yo... yo no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas.
Ismael me tomó por las mejillas para que dejara de ver el horror que acontecía en el valle de abajo. Quería que lo mirara a la cara. Me limpió con los pulgares las lágrimas, y luego me abrazó.
—Axel está vi