186.

Cuando abrí los ojos en la mañana, me alegró no estar sola en la cama. Ismael estaba a mi lado, abrazándome. Pude sentir sus cálidas manos en mi espalda. El ambiente se sentía tan tranquilo, sin la tormenta eterna. Habíamos dormido con la ventana abierta; aquí el aire cálido comenzaba a entrar en la habitación.

Me volví para mirar a Estefanía. La muchacha seguía durmiendo, aún exhausta, pero podía ver que en sus mejillas había regresado el color. Sus poderes habían vuelto. Al menos aquello me ponía un poco más tranquila, porque sabía que ahora era la vampira más fuerte de la Cofradía. Si llegaba el caso, podría ayudarnos en la guerra. Sabía que ella lo haría.

Sirius no había llegado en la noche. Era evidente que había pasado la noche con Ángel, y eso me pareció tierno. Esperaba que las cosas entre ellos se dieran bien.

Imaginé que era relativamente tarde en la mañana, pero no me preocupé, porque me lo había dicho Mael antes de dormir la noche anterior. Tenía sentido: Mordor no haría n
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