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El grito generalizado se escuchó por todo el lugar. Evidentemente, yo sabía que esa sería la reacción que iban a tener. Pero entonces levanté las manos para intentar calmarlos.
—Esperen —les dije—. ¡Esperen!
Pero no parecía que ninguno quisiera escucharme. Entonces Salomón levantó las alas en el aire y cortó el viento con tanta rapidez que sonó un fuerte chasquido, como un aplauso. Todos saltaron como si un relámpago hubiera caído en la mitad de la sala, y guardaron silencio.
—Eso es una locura —dijo uno de los miembros del equipo de Salomón, de la gente del bosque—. Johanna hizo muchos sacrificios para crear ese velo, para mantener a Mordor encerrado. Y ahora tú quieres soltarlo. Cuando Johanna se quitó la vida, lo hizo muy conscientemente. Sabía que una portadora del hielo vampira no tendría la fuerza suficiente para detener a Mordor. Sabía que en la línea de sucesión seguirían los lobos, y que una portadora del hielo con el gen licántropo sería lo suficientemente poderosa para pode