116.

El viaje se hacía cada vez más complicado. Podía sentir el hielo entrando hasta mis huesos, a pesar de que utilizaba mi magia y mi poder para intentar contrarrestar el frío tan aterrador que reinaba en el lugar. Era para mí prácticamente imposible. Ni siquiera el cálido cuerpo de Sirius lograba menguar un poco aquella aterradora sensación. De todas formas, lo sentía cercano, muy cercano. El corazón de la tormenta palpitaba cada vez más cerca.

— ¿Qué es esta área? — le pregunté a Salomón.

El Cuervo se cubría con sus alas para que el viento no lo lastimara.

— No lo sabemos muy bien — dijo — . La tormenta eterna abarca un área demasiado grande. Hay lugares que jamás han sido pisados por ningún ser vivo desde que fue creada. Este lugar parece que es uno de ellos. Está muy lejos de todo: de Flagela, de los aquelarres, incluso de la Grieta. No hay nada en cientos de kilómetros a la redonda. Seguramente por eso Johanna escogió este lugar para esconder el corazón de la tormenta,
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