115.
Valentín me miró con una mezcla de curiosidad y miedo.
— Pero yo no lo decía por eso — dijo.
Y yo negué.
— Pero yo sí. Es la única forma de acercarme a la sangre. Puedo hacer tiempo. Haré el tiempo que sea necesario para que ustedes saquen a los humanos que tienen en la ciudad. Sabemos que a los lobos no les afectará, pero si sacamos a los humanos, no tendrán con qué chantajearlos, ¿entiendes?
Valentín me miró, frunciendo el ceño y cerrando los ojos.
— Pero sacar a los humanos requerirá mucha energía. No podríamos apoyarte contra la trampa de Elena.
Yo asentí.
— Claro que sí. Yo puedo librarme solo. Me he cuidado solo toda la vida. Puedo hacerlo.
Pero él soltó el papel al suelo y se acercó a mí.
— No tienes por qué hacer este sacrificio por nuestra manada. Podemos encontrar la forma...
— No. No podemos encontrarla. Es la única forma. Tengo que acabar directamente con Alexander. Así son las reglas. La única forma de que la manada vuelva a ser mía es que la tome por la fuerza. Pe