NARRADOR OMNISCIENTE
Horas previas al golpe de gracia...
—¿Te vas a quedar ahí quietita como una inválida que no puede salir de la cama?
Como si fuera un leopardo midiendo a su presa, la rubia danza alrededor de su amiga especulando con sus reacciones.
—¿A dónde se supone que voy a ir si Alex no está y tú vas a salir?
Pía afina la mirada y ata su cabello en lo alto de su cabeza soltando las hebras doradas en una elegante coleta.
—Por si acaso, chiquita. Te conozco. Podrías calzarte los tacos e irte a loquear con tu panocha nueva en un dos por tres.
Lula le rueda los ojos, tapándose por completo entre las mantas.
—Mi panocha se tiene que curar, cicatrizar y luego sí la podré estrenar con total libertad y vulgaridad.
Guarda varias cosas en su bolso y lo cuelga en su hombro besando las mejillas de la joven que bufando se limpia el besuqueo constante y pegajoso del canario.
—Nos vemos en la mañana.
—Pero no te demores, y contéstame si te llamo. Odio que me dejes en buzón. ¿A dónde vas?
—