Algunas horas atrás...
NARRADOR OMNISCIENTE
La puerta del departamento se abre y la alegría desborda cuando la voz cantarina cruza el umbral.
Aún la aturde la sutura más profunda y moverse le cuesta pero el precio del dolor es su felicidad y eso vale cualquier sacrificio, bruma o aflicción.
Cojea al caminar, la carne le tironea y todavía se siente mareada pero su sonrisa resplandeciente no parece indicar molestia ninguna.
Se acomoda los gruesos y abundantes rizos tras una banda ancha de elástico y comienza a ventilar el departamento de las instalaciones, aguardando con impaciencia la llegada de Alexandra.
La triada ya se conoce. No se requiere de mucha información para saber cuándo una de las tres se encuentra inmersa en la tristeza, en la furia o en la desolación.
—¿Cómo a qué horas vas a venir?
Lula logra dar con Pía. Lleva toda la mañana intentando comunicarse con ella y recién pasadas las diez consiguió que le atendiera el teléfono.
—Estoy en casa de un amigo. ¿Para qué me neces