“Sugar Daddy”
CIRO
—¿Y este quién es?
Me paro detrás del policía acomodando mi blazer de lino.
—Abogado y fiscal.
El infeliz se da la vuelta y me mira de arriba hacia abajo alzando una ceja, cuestionando en gestos lo que acabo de decir.
—¿Abogado de quién? ¿Y fiscal de qué? En Mónaco no nos regimos por fiscales muñequito de pastel —vuelve a girar—. Aquí sólo hay jueces.
—Para que existan los jueces, deben haber fiscales y para que hayan fiscales tienen que existir abogados. Es el nivel de mando en la pirámide pero claro, qué vas a saber si solo eres el pobre perro de los mandados. Se entiende tu ignorancia.
Busca increparme e intimidarme con su porte de policía amedrentador y es tan imbécil que no capta que le hago frente a lo que sea. Que a mí no me acojona nadie.
—¿Vas a decirme algo? —lo desafío—. Porque si sólo te vas quedar pasmado viéndome, sigo mi camino.
—Para entrar a interrogatorios se debe contar con mi permiso. No lo tienes.
Esbozo una sonrisa que al final se transforma en