Evelyn Valencia nunca imaginó que un inesperado la llevaría al altar con el hombre sus sueños, solo para descubrir que el amor puede transformarse en la más cruel de las pesadillas. Leonel Arzúa, su esposo, no dudó en abandonarla cuando su antiguo amor regresó a su vida. Cuando Evelyn cree que ha tocado fondo, el destino le presenta una opción desgarradora: sacrificar su vida por la de su hermano, preso y en peligro. Sin embargo, la muerte no es el final para ella, sino un renacimiento en el cuerpo de Gianna Ricci, una monja cuya tranquila vida esconde secretos oscuros y terribles. El reencuentro con Leonel dentro del convento despertará en Gianna un deseo ardiente de venganza y la determinación para hacer pagar a aquellos que destruyeron su vida anterior. Mientras él busca redimirse por sus pecados, ella estará dispuesta a hacer justicia por propia mano. En un torbellino de pasión, traición y redención, cada decisión los llevará más cerca del perdón o la condena eterna. ¿Podrá Gianna encontrar la paz que tanto anhela y consumar su venganza? ¿Leonel tendrá una segunda oportunidad para reconquistar a la mujer que no valoró y por fin ser el esposo que ella tanto deseaba?
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Sentada en el borde de la cama, escuché como la puerta de la entrada se abrió. Podía contar los pasos que Leonel estaba dando hacia mí, hasta que por fin llegó a la habitación. Se quitó el reloj y la corbata en completo silencio mientras yo me puse de pie, luciendo ese conjunto de lencería rojo que tanto le gustaba a él y me incomodaba a mí. Tuve que luchar con la necesidad de cubrir mi cuerpo con las manos, me devoraba la vergüenza.
En cuanto giró hacia mí, agaché la mirada, pues me intimidaba verlo a los ojos. Se acercó hasta que pude percibir el calor que su cuerpo irradiaba. Después de olfatear de mi cuello el miedo mezclado con perfume, me arrojó sobre la cama y, como cada noche, sus besos toscos e insistentes cubrieron mi piel mientras que sus manos forcejeaban con la lencería, desgarrándola y haciéndola a un lado. No le importaba aplastarme con su peso, no le importaba si sus mordidas me herían y mucho menos le importaba si lo disfrutaba. Él solo se puso entre mis piernas y me tomó, saciando sus deseos, sin importarle los míos.
Contuve mi miedo y el dolor que me provocaba cada uno de sus movimientos, pero no podía permitir que lastimara al bebé: —Leonel, ten cuidado de no dañar a nuestro hijo… —pedí con suavidad, notando que mi esposo se detenía por un momento, como si estuviera en verdad valorando mi petición, pero a los pocos segundos, siguió con el acto, dejando en claro que, si no le importaba lastimarme a mí, tampoco le importaba lo que le ocurriera al bebé.
Cuando por fin acabó, dejó mi cuerpo tembloroso en la cama y se levantó, dispuesto a salir como siempre. Recuperé mi lencería y evalué los daños mientras él parecía prepararse para salir. ¿No pasaría la noche en casa?
—Hoy cumplimos un mes de casados —dije en un susurro—. ¿Puedes quedarte?
Aún vivía alimentándome de la esperanza, pensando que con el tiempo tal vez cambiaría, se daría cuenta de que no soy una mala mujer, de que, si tan solo me diera la oportunidad y me conociera, vería en mí a una chica agradable, una buena compañera, una esposa devota y cariñosa. Incluso tenía la esperanza de que, al nacer el bebé, el suavizaría su carácter.
Leonel volteó con desprecio, haciendo que me arrepintiera de haber abierto la boca: —¿Crees que te mereces que me quede? —preguntó con burla—. No olvides que si nos casamos fue porque mi abuelo quiere que me haga responsable de ese niño que llevas en tu vientre. Un niño que yo no planeaba tener.
—Lo sé… pero… —Su mirada se volvió aún más gélida, cortando el aire, arrancándome el aliento y las ganas de hablar. Se deslizó por mi piel examinando de nuevo la lencería que había regresado a mi cuerpo, ese era el único sentimiento que parecía despertar en él, lujuria, no amor.
Después de un suspiro y una mirada lasciva, continuó: —Bueno, si quieres que me quede, lo puedo hacer… pero tienes que convencerme. Encuentra una manera. —Con media sonrisa, su mirada bajó sutilmente, indicándome el camino hacia sus pantalones.
Me acerqué tímida y contrariada, deseaba que se quedara, pero… mientras me hincaba ante él y desabrochaba su pantalón, consideré que tal vez no era del todo lo que quería, no así. No quise levantar la mirada y ver su rostro cargado de lujuria y deseo, y mis manos temblorosas parecían más torpes que de costumbre.
En cuanto la bragueta cedió y mi rostro no podía estar más rojo, el timbre sonó con insistencia.
Sabía quien era, la ex de Leonel, la única mujer que él amaba.
EVELYN VALENCIALeonel había vendido la enorme mansión y nos habíamos mudado a una pequeña casa cerca del edificio que ahora era cede de su nueva empresa. Después de todo lo ocurrido se había convencido de que le convendría tener a Christian como encargado de la seguridad, y fue bastante atinada su idea, pues mi hermano había conseguido formar un cuerpo de guardias muy peculiar, pero efectivo. Algo me decía que cada uno de sus hombres lo había conseguido en esos lugares que solía frecuentar.—Tengo hambre… —ronroneó Leonel detrás de mí, restregando su mejilla contra la mía mientras sus manos se posaban en mis caderas.—Pronto estará la comida —contesté sintiendo como cada centímetro de mi cuerpo temblaba.—Yo quiero comerte a ti —dijo antes de besar mi cuello, mientras una de sus manos subía hasta agarrar mi seno.—¡Leonel! No podemos… hay invitados…—Entonces sé silenciosa —agregó mordiéndome el oído.—¡Leonel!—Anda, quiero otro hijo… ¿no me lo quieres dar?—Pero… no ahorita —dije i
GIANNA RICCI —¿Nerviosa? Ya casi es hora… —dijo Evelyn detrás de mí mientras yo terminaba de arreglarme el cabello.Christian y yo habíamos decido casarnos cuanto antes y solo invitando a las personas más cercanas. El vestido había sido una elección hermosa, entallado debajo del busto, pero suelto y vaporoso, pues había alguien a quien no le agradaría sentirse apretado durante toda la ceremonia.Mi barriga había crecido bastante y quería lucirla con orgullo. Nuestro bebé era el invitado especial.—Te ves preciosa… —agregó Evelyn con ternura, era mi única dama de honor y no hacia falta más—. Iré a ver que todo esté listo. No tardo.Me dio un beso en la mejilla antes de salir de la habitación. La boda la celebramos en la que alguna vez fue la casa de Christian y Evelyn. Un día sin más, nos habían llegado las escrituras, Matías nos había regalado la casa con motivo de nuestra boda. Ahora que ya era el socio mayoritario de la empresa que alguna vez fue de Leonel, y llevar al abuelo odio
EVELYN VALENCIAMientras Gianna cuidaba de Leonel que había terminado en el suelo, recargado en la puerta, agotado por el esfuerzo que había hecho al salir de la cama en su estado y enfrentar a mi padre, yo entré corriendo a la mansión, subí las escaleras, entré como un vendaval a la habitación y me precipité hacia el baño. Como bien me había dicho Gia, Alma se encontraba en la tina.Cuando me asomé, mi pequeña intentaba comerse su pie. Al verme soltó risotadas y alzó sus manitas hacia mí. Me alegraba que los disparos y la discusión no la hubieran asustado.Volví sobre mis pasos, arrullándola con ternura hasta que regresé al lado de Leonel. En cuanto vio a nuestra niña, su gesto agónico cambió por uno de felicidad. Acercó su mano para tocar su mejilla y de inmediato Alma quiso acercarse a él, colgándose de mis brazos para poder alcanzarlo.—Pa… pa… —balbuceó con el ceño fruncido mientras abría y cerraba las manitas intentando alcanzarlo—. ¡Pa… pa… pa…!Leonel enternecido la tomó con c
EVELYN VALENCIA—¡Era mi negocio!, y a las monjas no les iba mal, recibían una paga… No veo cual es el problema —contestó con soberbia y una sonrisa insoportable—, pero descuida, si tengo planes de hacerlo infeliz, será encargándome de ti.»Después de todo necesito una esposa y tú te ves bastante linda. ¿Crees que le importe a Leonel si te divorcias de él mientras está convaleciente y te casas conmigo? ¡Sería una gran sorpresa cuando despierte!, si es que lo hace.—Ni loca… —refunfuñé.—¿Qué prefieres, que se muera o solo se sienta muy triste cuando despierte?—¿Hablas en serio? ¿Tan desesperado estás buscando una esposa? ¡Hay tantas mujeres…!—¡Hay muchas mujeres!, pero quiero joderte la vida a ti, a ti y a Gianna, ustedes parecen ser el centro de todas mis desgracias. ¡Habrá muchas mujeres, pero solo verte la cara de miedo y dolor mientras te follo me hará sentir feliz! —gritó furioso, acercándose de manera intimidante. Me tomó por el cabello y me tiró de la cama.Sabía que Gianna e
CHRISTIAN VALENCIADije todo lo que tenía que explicar y aunque fue difícil decirles que estaban en peligro, tanto Evelyn como Gianna me vieron con ojos piadosos, siendo Gianna la más comprensiva y cariñosa. No se había separado de mí en ningún momento.—Tendremos que ser precavidas… —dijo Evelyn torciendo la boca—, pero… tú más, Christian. No puedes escapar de esa manera.—Hoy es la audiencia… —agregó Gianna—. Si saben que escapaste empeorará la sentencia.Sonreí de medio lado y acaricié su mejilla intentando consolarla. Tenía de mi lado un par de trucos que empezaban a surtir efecto. En ese momento la puerta volvió a sonar, quien entró esta vez era Matías, había sido llamado por Gianna y como perro obediente llegó de inmediato. Me dedicó una mirada cargada de reproche y al mismo tiempo herida por ver a Gianna sobre mis piernas.—Estás haciendo esto demasiado difícil, Valencia —dijo con recelo—. ¡Andando antes de que se den cuenta que no estás!Me levanté de la silla con Gianna en br
CHRISTIAN VALENCIAEstaba desesperado, agónico, era un maldito adicto sufriendo por todos esos días que no pudo probar ni una gota de su veneno. Mi cuerpo ardía, estaba enloquecido y haciendo uso de mi poca fuerza de voluntad para no ser tosco con ella, pero no podía, la necesitaba, tenía hambre, tenía sed y solo su cuerpo podía consolarme.Mi boca devoró la suya hasta arrancarle el aliento, cuando noté que jadeaba desesperada por algo de aire, le di tregua lamiendo su suave cuello, haciendo que su cuerpo se retorciera de esa manera que me enloquecía.Estaba perdiendo la cabeza.Sus suaves y delgados dedos recorrieron mis hombros, bajando por mi pecho y siguiendo por mi abdomen. Sus muslos obedientes se abrieron para recibirme y sus bragas estaban empapadas, gritándome que estaba lista para recibirme dentro de ella, aun así, tanteé con mis dedos, bu
Último capítulo