Su mente racional, esa parte de ella que siempre había sido su fortaleza y su prisión, comenzó a trabajar a toda velocidad. Había algo familiar en él, algo que le hacía cosquillas en la memoria como una canción que casi recuerdas pero que se escapa justo cuando estás a punto de identificarla.
Marco le guiñó un ojo, y en ese gesto había una chispa de diversión que parecía decir "a ver si me descubres". Era como si estuviera jugando con ella, probando hasta dónde podía llegar antes de que ella conectara los puntos.
Lucía se sonrojó, sintiendo el calor subir por su cuello como una oleada de lava que la bañaba en tonos rosados. Podía sentir sus mejillas ardiendo, y sabía que el rubor se extendía hasta el escote que luchaba por mantener la compostura ante la presencia abrumadora de este hombre.
Pero algo más se encendió en sus ojos. Una pequeña chispa de atrevimiento que había estado dormida durante años, esperando el momento adecuado para despertar. Era como si la Lucía tímida y profe