La atmósfera, antes tensa, del dormitorio principal se volvió aún más escalofriante cuando Olivia Grace se irguió con firmeza, reclamando su derecho a la habitación. Su mirada penetrante atravesó a Jackson y a Shopia, sin dejar rastro de temor en su postura.
Pero fue la reacción de Jackson la que tomó por sorpresa a Shopia. Él se quedó inmóvil, la mandíbula apretada, como si estuviera conteniendo una explosión interna.
—¡Jackson! —chilló Shopia, con la voz temblando de rabia—. ¡Recuerda que Olivia está embarazada de otro hombre, y ahora se atreve a volver cargando con ese bastardo!
Las palabras, crueles como cuchillas, resonaron en la habitación, desgarrando a Olivia. Pero ella solo respondió con una sonrisa fina y helada, como si nada pudiera tocarla. Mientras tanto, el control de Jackson comenzaba a resquebrajarse.
Su rostro se tornó rojo de ira, y sus ojos brillaron peligrosamente al clavar su mirada en Olivia.
—No tienes vergüenza, Olivia —gruñó Jackson con voz baja y gélida—. ¿Có