Capítulo 5

Olivia Grace se sentaba en silencio en el patio trasero de su casa. La brisa matutina movía suavemente los mechones sueltos de su cabello, que danzaban libremente sobre sus hombros. En sus manos, una taza de té caliente desprendía un aroma reconfortante. Por un momento, cerró los ojos, intentando olvidar todas las discusiones y dudas que nublaban su matrimonio con Hunter Jackson.

Pero la serenidad no duró mucho.

De repente, desde detrás de unos arbustos, apareció un hombre enmascarado en silencio. Con movimientos rápidos y entrenados, agarró a Olivia por detrás, cubriéndole la boca con una mano firme. Olivia se congeló, su cuerpo se tensó por el shock. La taza de té resbaló de sus manos, derramándose sobre el césped. Luchó por liberarse, pero fue inútil. Él era demasiado fuerte.

—¡Mmmhh...! —intentó gritar Olivia, pero su voz quedó ahogada bajo la mano áspera que le cubría la boca. Sus ojos se abrieron con pánico.

Segundos después, el cuerpo de Olivia se volvió inerte. Se desmayó en los brazos de su captor. Sin esfuerzo, el hombre la levantó y desapareció entre los árboles, dejando atrás una taza humeante y huellas marcadas en la tierra húmeda.

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Mientras tanto, Hunter Jackson acababa de terminar una importante reunión en su oficina. Durante todo el trayecto a casa, su mente estaba ocupada en cómo arreglar las cosas con Olivia. Su corazón dolía de culpa y añoranza. Ese día, había decidido ser más suave, más honesto… empezar de nuevo y salvar su matrimonio que se desmoronaba.

Pero todas esas esperanzas se hicieron añicos en el instante en que abrió la puerta de su casa.

—¿Olivia? —llamó mientras se quitaba el saco.

No hubo respuesta. La casa estaba inquietantemente silenciosa.

—¿Qué sucede, señor? —preguntó la empleada doméstica, apareciendo por el pasillo.

—¿Dónde está Olivia? —preguntó Hunter, con voz confundida y preocupada.

—La señorita Olivia salió, señor —respondió con vacilación.

Hunter frunció el ceño, luego vio una hoja de papel sobre la mesa del salón. El trazo familiar de la letra de Olivia era apresurado e irregular.

> Hunter, estoy cansada. No puedo seguir viviendo en las sombras de la duda y el dolor. He decidido irme. Por favor, no me busques. Terminemos con esto.

Sus manos temblaban mientras leía la nota. El aire se le quedó atrapado en la garganta.

—No… Esto no puede estar pasando… Olivia no me dejaría así… —murmuró para sí mismo, invadido por la incredulidad.

El pánico empezó a apoderarse de su pecho. Corrió hacia el jardín trasero, rezando por encontrarla allí. Pero lo único que halló fue el té derramado y ya frío en el suelo.

—Olivia…

Sus piernas fallaron y se dejó caer en el banco del jardín, mirando fijamente la taza como si fuera un testigo silencioso de su desaparición.

—¿Cómo pudiste dejarme así, Olivia? —susurró, con el dolor asentado en su pecho.

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Pocos minutos después, sonó el timbre. Hunter se levantó, aún conmocionado, y abrió la puerta.

Sofía Joy estaba en el umbral, con una sonrisa extraña en los labios.

—¿Sofía? ¿Qué haces aquí?

Ella entró sin esperar invitación.

—Escuché que Olivia te dejó —dijo suavemente, saboreando cada palabra.

Hunter entrecerró los ojos.

—¿Cómo sabes eso?

—Pasaba por aquí más temprano. La vi subir a un coche con un hombre. Se fueron juntos. Ella parecía apurada… pero no como si la estuvieran obligando.

La mirada de Hunter se volvió más oscura.

—¿Qué estás insinuando?

Sofía sonrió con malicia.

—Tal vez Olivia ya tiene a alguien más. Tal vez dejó de amarte hace tiempo. Tal vez simplemente se cansó de tanto drama.

Hunter se dio la vuelta, tratando de procesar lo que ella estaba diciendo.

—No sabes nada, Sofía.

—¿No? —susurró ella, acercándose y rozando su brazo con los dedos—. ¿No es este el momento perfecto para dejarlo todo atrás? Para seguir adelante… sin ella.

Él apartó su mano bruscamente.

—No te atrevas a aprovecharte de esta situación.

Aun así, la duda se instaló en su mente. ¿Olivia… realmente se había ido?

Sofía se acercó más, rodeando su cintura con los brazos y susurrando seductoramente:

—Olvídala, amor. Te traicionó.

Hunter se apartó de su contacto.

—No actúes así, Sofía. No quiero nada contigo.

Sofía retrocedió con un puchero.

—Todavía amas a esa mentirosa, ¿verdad? ¡Dios, eres un tonto!

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Mientras tanto, en un lugar desconocido, Olivia recuperaba lentamente la conciencia. Le dolía la cabeza y su visión estaba borrosa. Estaba en una habitación con paredes de concreto y una bombilla amarilla que parpadeaba.

Sus muñecas y tobillos estaban atados a una silla de madera. Intentó recordar lo que había pasado, pero el dolor en su cabeza lo nublaba todo.

La puerta crujió al abrirse. Un hombre entró, con máscara y sudadera negra.

—Por fin despiertas —dijo.

Olivia lo miró con miedo.

—¿Quién eres? ¿Por qué estoy aquí?

Él se acercó más.

—Tranquila. No te haré daño… mientras tu esposo no haga nada estúpido.

—¿Qué quieres decir? ¡Hunter ni siquiera sabe que me secuestraste!

—Exactamente. Y nunca lo sabrá.

—¿De qué estás hablando?

El corazón de Olivia latía con fuerza. ¿Por qué la habían secuestrado si no era por dinero? ¿Cuál era el verdadero motivo?

Mordió su labio, el miedo se mezclaba con la rabia. No reconocía al hombre, no sabía por qué era un objetivo… y ahora, ¿ni siquiera querían que Hunter supiera?

Entonces, ¿cuál era el propósito de todo esto?

—Hunter debe pensar que lo dejé… —susurró—. Dios, ¿qué está pasando? —cerró los ojos, su mente envuelta en confusión y temor.

—¿Quién está detrás de todo esto? —murmuró hacia la oscuridad.

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