El regreso desde el campamento del Sur había sido tranquilo, pero todos notaron de inmediato que el aire de Luna Creciente estaba impregnado de algo más denso, como si las noticias que aguardaban los hubieran antecedido.
El portón principal se abrió con solemnidad y, como era costumbre, parte de la manada se reunió para recibir a los que habían partido. Emili descendió primero de la caravana, con Adrián justo a su lado. Detrás de ellos caminaban Leandro y Isabella, el gamma y su pareja destinada, seguidos por Samuel e Isabela, su vínculo inquebrantable. Mientras tanto, Mateo y Clara, los betas que se habían quedado en Luna Creciente durante el viaje, observaban todo con ojos atentos, conscientes de lo que había estado ocurriendo en Luna Nueva.
Los murmullos no se hicieron esperar. Nadie ignoraba lo que significaban esas marcas frescas en los cuellos de Samuel y Leandro. Nadie desconocía que el vínculo no podía romperse ni ocultarse.
Adrián alzó la voz con firmeza, pero con calma calcu