Adrián salió de la cabaña con los documentos que acababan de legitimar a su manada como independiente. Tenía la intención de guardarlos en el escritorio antes de ir a reunirse con Emili y los demás en el salón, pero el aire cargado de tensión lo hizo detenerse apenas unos pasos afuera. El crujir de ramas a su derecha lo puso en alerta, y no tardó en descubrir de quién se trataba.
Jackson emergió de entre los árboles con el rostro contraído en ira, los músculos tensos y la respiración agitada. Ni siquiera se dio el tiempo de hablar; en cuanto vio a Adrián, su cuerpo se lanzó hacia adelante con la fuerza de un vendaval.
—¡Maldito! —rugió con voz rota por la furia—. ¡Me robaste a mi pareja!
El puño de Jackson impactó contra el rostro de Adrián con una violencia que lo hizo tambalear hacia atrás. El sabor metálico de la sangre se esparció en su boca, pero la sorpresa le duró apenas un segundo.
Un gruñido profundo brotó de su pecho mientras respondía con un golpe certero al costado del ros