Después de esa pequeña conversación, el silencio volvió a caer sobre la cabaña. Diana se sentó en la cama, sintiendo el peso de las miradas de sus hermanos sobre ella. Sabía que la conversación no había terminado y que aún quedaba mucho por decir.
Nikolai se acercó a la ventana, mirando hacia el bosque con el ceño fruncido. Su cuerpo estaba tenso, sus músculos listos para la acción. Diana sabía que estaba luchando por controlar su ira y su preocupación.
—¿Confías en él? —preguntó finalmente, sin girarse.
Diana dudó un momento. ¿Podía confiar realmente en Viktor? ¿Podía estar segura de que sus sentimientos eran genuinos? A pesar de sus miedos y dudas, la respuesta era clara.
—Sí, confío en él —respondió, su voz firme.
Nikolai se giró, sus ojos fijos en ella. —Entonces lo protegeré. Pero si me das una sola razón para dudar, lo mataré.
Diana asintió, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo. Sabía que Nikolai hablaba en serio y que no dudaría en cumplir su promesa.
Claus se acercó a Di