Mi Muerte II
El muchacho la levantó en brazos con un gruñido. Sentía su peso ligero, pero la rigidez del cuerpo lo alarmó. El contacto de su piel era como hielo, y aún podía sentir el leve temblor de sus músculos agotados por nadar en la pesada corriente. La ajustó contra su pecho, tratando de compartirle algo de su propio calor. Para empeorar la situación, las nubes grises parecían cubrir el cielo por completo y llegaban acompañadas de una brisa helada que calaba el cuerpo mojado. Necesitaban refugio y calentarse.
El viento soplaba desde el norte, trayendo consigo ese aroma metálico y húmedo característico que precede a la nieve.
-Aguanta, maldición… -Murmuró entre dientes al sentir cómo el cuerpo se desvanecía mientras él comenzaba a caminar arrastrando sus piernas, buscando algún refugio entre los árboles. Adentrandose al bosque por seguridad.
El día recién comenzaba, tendría buenas horas de luz para organizarse, lo primordial era encontrar un lugar donde refugiarse, esconderse