Mi Muerte ILa presión del agua comenzó a cerrarse sobre ella, arrastrándola hacia el fondo mientras la corriente la empujaba sin tregua. Sus manos atadas se agitaban a ciegas, intentando impulsar hacia la superficie, pero el peso de la ropa empapada tiraba de su cuerpo hacia abajo con cada segundo que pasaba.Sus mejillas, hinchadas por el último aliento, no resistieron más. El aire escapó en una serie de burbujas que se disolvieron en la oscuridad líquida. El instinto la obligó a moverse, a patear, a pelear contra la corriente, pero sus movimientos erráticos solo empeoraban las cosas; el río la giraba, la golpeaba con su fuerza invisible y la hundía más.El ardor en el pecho se volvió insoportable. Los pulmones, vacíos, suplicaban por oxígeno. Una ráfaga de dolor la recorrió cuando, en el pánico, su cuerpo cedió y el agua helada irrumpió en su garganta. Tosió dentro del agua, inútilmente. El escozor era como fuego líquido que subía hasta su nariz.Entonces, la desesperación comenzó
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