Capítulo 56.
POV: Camila
El salón estaba vestido de negro. Las columnas de mármol parecían lápidas gigantes, cubiertas con cortinas pesadas que caían hasta el suelo. El aire olía a incienso y a miedo. Yo llevaba un vestido de luto, largo, sin adornos, la tela áspera contra mi piel. Mis manos estaban frías, pero no por el clima, sino porque sabía lo que venía.
El ataúd del Emperador reposaba en el centro del salón, rodeado de flores marchitas. A un lado, la concubina muerta compartía el mismo destino, como si la traición mereciera honores. Nadie lloraba de verdad. Los cortesanos se inclinaban, fingiendo devoción, pero sus ojos buscaban mi rostro. Esperaban mi caída.
El silencio se quebró con pasos firmes. Guardias con armaduras negras entraron al recinto. Se detuvieron frente a mí, y uno de ellos pronunció lo que ya sabía:
—Por orden de la Corte, Alexandra de Zafir, quedas arrestada por el asesinato del Emperador y de su concubina.
Las miradas se clavaron en mí como dagas. No me defendí. Sabía que