Mundo de ficçãoIniciar sessãoPOV — Camila
Dormía poco y mal; cada sombra me parecía un espía. A veces me bastaba con girar la cabeza para confirmar que alguien me miraba con otra intención. Caminaba por los pasillos y sentía que las paredes se acercaban; no era claustrofobia, era quien sabe qué: la sensación de que una mano invisible me seguía, y no me equivocaba.
Las noticias internas empezaron a llegar como colillas ardientes: un asistente del ministro de Obras, sorprendido vendiendo planos; una encargada de archivo que ofrecía documentos confidenciales a una cuenta anónima; un periodista que aseguraba tener “fuentes en Palacio” para armar un escándalo la semana que viene. No eran grandes traiciones, pero eran suficientes para confirmar que alguien estaba abriendo agujeros en todas direcciones.
Por eso pedí la reuni&oac







