Lía no pudo dormir esa noche, dando de vueltas en la cama, estaba muy preocupada. ¿A dónde habría ido Mikkel con tanta prisa? ¿Y por qué se veía tan alterado?
Por la mañana, tomó el teléfono para llamarlo, pero entonces recordó que después de lo sucedido con su padre, Mikkel había cambiado su número para evitar ser molestado, y ella con todo lo que había pasado en los últimos días, se había olvidado por completo de guardar el nuevo, tal vez él la llamaría más tarde, pensó, tratando de calmarse.
Era domingo, la mañana le pareció eterna, para distraerse, decidió cocinar, se preparó una comida sencilla, aunque le supo insípida sin la compañía de Mikkel, tomó un libro que había estado queriendo leer y se acostó en el sillón, ¿Cómo es que se había acostumbrado tan rápido a estar con él? Sentía que le hacía falta.
Al anochecer, la preocupación aumentó, Mikkel no había llamado, le envió un mensaje a Christopher.
“Hola Christopher, soy Lía. ¿Podrías pasarme el número de Mikkel? Necesito habla