Una oferta tentadora

Al ver que Ana acercaba su mano, ella se encogió mostrando miedo, retrocediendo hacia la pared, enseguida lanzó un grito desgarrador, agudo.

—¡No me toque! ¡Suélteme! ¡Por favor, no! ¡Ya no me golpee!

Se cubrió la cabeza con los brazos, temblando, Ana retrocedió al ver el miedo reflejado en sus ojos, el ama de llaves lloraba.

—Dios mío… Dios mío… —murmuró Ana, mirando a Henrik, sin saber qué hacer.

Christopher se acercó a Elin sin tocarla.

—Señorita Elin —dijo, tratando de que su voz sonara suave— está a salvo, nadie le va a hacer daño, el señor Mikkel está dormido, venga con nosotros.

Elin lo miró, fingiendo reconocerlo, dejó de gritar, pero los sollozos continuaron, asintió moviendo ligeramente la cabeza.

—Tengo frío —susurró, con voz débil.

Ana, continuaba llorando en silencio, se quitó el chal que llevaba sobre los hombros y se lo puso a Elin, ayudándola a levantarse. Elin se apoyó en ella, fingiendo que las piernas le fallaban, arrastrando los pies.

Al pasar junto a la cama, volt
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