Mikkel quiso decir algo más, pero Henrik le puso una mano en el brazo y lo fuera, en cuando la puerta se cerró, Elin se recostó con una sonrisa triunfal en sus labios, un millón de euros y los tratamientos de su madre, había ganado mucho más de lo que jamás había soñado.
Ana, creyendo que dormía, salió de la habitación para dejarla descansar.
En cuanto se fue, Elin abrió los ojos, se tocó la mejilla golpeada, el precio había sido alto, pero valía la pena.
Mikkel Skarsson ahora estaba atado a ella, no por amor, sino por culpa y miedo. Y ella tenía la llave para destruirlo.
Henrik y Mikkel se dirigieron hacia el estudio.
—¿Crees que aceptará? —preguntó Mikkel.
—Tiene que aceptar —dijo Henrik —porque si no, estamos perdidos —se detuvo, mirando a su nieto —y tú, necesitas ayuda, ayuda profesional, este no eres tú, o no quiero creer que lo seas.
Mikkel no respondió, solo asintió, se sentía vacío, sucio, una parte de él quería creer que era inocente, que todo era una trampa. Pero había evi