De pronto, un claxon estridente sonó demasiado cerca de ellos, rompiendo el hechizo.
—¡Maldita sea! —Mikkel golpeó el volante, frustrado por haber sido interrumpido justo cuando estaba a punto de probar sus labios.
Lía abrió los ojos y se hizo hacia atrás de golpe, la realidad la invadió de repente, ¿Qué estaba haciendo? El era Mikkel Skarsson, un hombre que solo usaba a las mujeres y las descartaba después, no, no iba a ser una más en su lista.
—No —dijo mientras sacudía la cabeza —esto no está bien, no debemos volver a hacerlo dijo, más asustada por lo que había estado por ocurrir entre ellos, que por el accidente.
Mikkel se quedó inmóvil, estuvo a punto de decir algo, pero se contuvo, extendió la mano y tomó su barbilla para obligarla a mirarlo.
—Lía —dijo, su voz era ronca.
Ella giró la cabeza a un lado para no mirarlo.
—No, Mikkel, no seré una más en tu lista de conquistas —susurró, su voz temblaba.
Él iba a protestar, decirle que estaba equivocada, pero en ese momento un Mercede