El viernes por la tarde, Mikkel y Lía se dirigieron hacia el aeropuerto para despedir al abuelo.
—¿Crees que estará bien solo? —preguntó Lía, preocupada por Henrik.
—No estará solo, va con sus amigos y cada uno lleva un enfermero —respondió Mikkel— además, es más terco que una mula, seguro estará bien.
—Espero que sí, me da un poco de miedo que viaje tan lejos.
—Lo investigué todo, el enfermero tiene buenas referencias, y he enviado dos guardaespaldas de incógnito.
Lía asintió, a veces se le olvidaba lo meticuloso y controlador que podía ser Mikkel.
Al llegar al aeropuerto, encontraron a Henrik cerca de la puerta de embarque, estaba junto a tres hombres de su edad, todos usaban bastón, detrás de ellos estaban los enfermeros.
—¡Ahí están mis hijos! —exclamó Henrik al verlos.
—Abuelo, tienes que cuidarte —dijo Mikkel.
Henrik hizo un gesto.
—Mikkel, he viajado por medio mundo antes de que tú nacieras, este es solo un viaje más por Europa, no voy a la guerra.
Lía se acercó y lo abrazó.
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