La noche avanzaba y la gala seguía, los socios e inversionistas convivían, era una ocasión ideal para los negocios, Mikkel se paró para hablar con algunos socios, pero perdía de lista a Lía, en cuanto pudo deshacerse de los hombres que lo ocupaban, regresó a la mesa, se sentó junto a Lía.
En los siguiente minutos observó con fastidio como Astrid se había sentado al otro lado de Lía, y la trataba como si fueran amigas de toda la vida, eso le arruinó el resto de la noche, se sentía harto.
Cada vez que Astrid le sonreía a Lía con su acostumbrada dulzura fingida, cada vez que colocaba su mano sobre el brazo de Lía o le susurraba algo al oído, sentía que la sangre le hervía, cada vez entendía menos que estaba sucediendo.
Cuando ya no pudo resistirlo más, se acercó al oído de Lía.
—Es hora de regresar a casa, ha sido demasiado por hoy, no olvides que el médico te ordenó reposo.
Lía volteó a mirarlo, sonrió suavemente, él pudo notar que estaba agotada.
—Claro, amor, vamos.
Astrid, que no per