Mikkel seguía profundamente dormido, su respiración era tranquila, sin tener idea del incendio que le esperaba cuando abriera los ojos.
Lía llevaba más de media hora despierta, estaba sentada en la cama, abrazándose las piernas, su corazón latía acelerado en parte por vergüenza y enojo.
Se sentía vulnerable, le había estado dando vueltas, y estaba segura de qué había sido él quien le quitó la ropa, no había podido dormir después de eso, no podía creer que Mikkel hubiera tenido el descaro de hacerlo.
Lo miraba fijamente, sin parpadear, y esperando a que se despertara, pero él seguía allí con la boca ligeramente abierta, respirando tranquilo, como si no hubiera hecho nada, como si no hubiera cruzado una línea no permitida, lo único que deseaba, era golpearlo con la almohada
Cuando Mikkel se despertó, al voltear, lo primero que vio fue a Lía mirándolo como si estuviera decidiendo dónde enterrarlo.
—¿Por qué me miras así? —preguntó él, aún con sueño
Ella no respondió, solo lo siguió miran