Oliver arrugó el entrecejo, con sus ojos rojos y maltratados por el llanto.
—¿En la Antártida nacen flores? —preguntó.
—Son flores especiales —explicó Lía y volteó a mirar el cuadro colgado en la pared verde.
Oliver observó las flores amarillas en el cuadro, rodeadas de montañas de hielo. Por fin estaba entendiendo el significado de aquella pintura que le había llamado la atención cuando la vio por primera vez.
—Son clavelitos antárticos —explicó Lía—. Están acostumbrados al clima hostil de la Antártida. Y rodeados de hielo, florecen y dejan ver sus hermosos capullos amarillos.
Oliver apretó los labios al sentir que el nudo en su garganta se volvía más grande, haciendo que el dolor le subiera hasta la mandíbula.
Lía se sentó sobre el reposabrazos de