Lía gateó sobre la cama hasta sentarse al lado de él, con las piernas cruzadas. Tomó el manojo de papeles.
—Pero es cierto, estaba usando tu rostro y tu historia, no puedo lucrar con tu desgracia.
—Es como dijiste, la usarás de inspiración. Puedes amasarla, hasta que cambie completamente, hasta que quede como tú deseas.
—No puedo hacerlo…
—Hazlo. Me sentiré peor si sé que por mi culpa una buena historia, una gran historia tuya se perdió y el mundo no pudo conocerla.
—¿Cómo puedes decir que es buena si nunca la has leído?
—Pues nunca lo sabré si no la creas.
—Pero yo no quiero que tú… —Lía se frotó el ojo izquierdo con una mano.
Oliver temió que volviera a llorar. No quería hacer que llorara más. Qué terrible sería q